
En un impactante suceso, un poderoso terremoto azotó una zona montañosa en el noroeste de China, dejando a su paso devastación y luto. El sismo, de magnitud 6.2, ocurrió justo antes de la medianoche del lunes, convirtiéndose en el temblor más mortífero en el país en nueve años. Se estima que al menos 126 personas perdieron la vida y más de 700 resultaron heridas, afectando las provincias de Gansú y Qinghai.
El epicentro se localizó en el condado Jishishan, Gansú, a unos 5 kilómetros del límite con Qinghai. Equipos de rescate se movilizaron rápidamente para buscar a los desaparecidos entre escombros y un posible alud de tierra. Mientras tanto, aquellos que perdieron sus hogares enfrentaron una noche invernal en carpas improvisadas en puntos de evacuación.
La falta de colaboración por parte de los familiares de las víctimas ha desconcertado a las autoridades. Se han reportado daños significativos en viviendas, carreteras y servicios básicos, como cables de luz y comunicaciones. La magnitud de la tragedia ha llevado a una movilización masiva de recursos, con la solicitud de 300 trabajadores adicionales para labores de búsqueda y rescate en Gansú.
Hasta el momento, se han registrado nueve réplicas, siendo la mayor de magnitud 4.1. El presidente chino, Xi Jinping, ha instado a realizar todos los esfuerzos posibles en las operaciones de búsqueda y rescate para minimizar la pérdida de vidas. Este desgarrador suceso marca el terremoto más mortal en China desde 2014 y evoca memorias del devastador evento de 2008 que cobró la vida de 90,000 personas en Sichuan.