septiembre 17, 2024

Redacción / Quintana Roo Ahora

Cancún.- Querido lector, si eres uno de los tantos que encuentran consuelo en el crujiente y sabroso pollo de KFC, esta columna podría cambiar tu manera de ver esas suculentas piezas doradas. El restaurante ubicado en La Gran Plaza Cancún ha sido señalado por clientes y empleados, no por su deliciosa oferta, sino por las deplorables condiciones de higiene que rayan en lo asqueroso.

Lo que debería ser un lugar que evoca el irresistible olor de pollo recién cocinado se ha convertido, según denuncias recientes, en un auténtico peligro para la salud. ¡Aceite rancio por semanas! Es casi inimaginable, pero testigos afirman que el aceite utilizado para freír ese pollo que tantos aman no se ha cambiado en semanas. El resultado: restos de comida quemada flotando en una piscina de grasa vieja, generando un sabor y olor repulsivos que cualquier paladar entrenado debería detectar.

Y por si esto fuera poco, lo que sigue es aún más perturbador. ¡El pollo reciclado! Sí, leíste bien. Empleados han confesado que el pollo que no se vende o se cancela es reciclado y vuelve a ser ofrecido a los clientes, sin ningún control sanitario. La insalubridad parece ser la norma en este lugar, y lo que debería ser un banquete rápido y seguro, se convierte en una ruleta rusa gastronómica.

Pero no termina aquí. La imagen de pollos crudos descongelándose en el suelo de la cocina un día antes de ser cocinados es la guinda en este macabro pastel. Bacterias y otros contaminantes deben estar brindando cada vez que alguien pide un combo. Este KFC, estratégicamente ubicado en una de las zonas más concurridas de Cancún, está jugando con la salud de sus consumidores de una manera que resulta, sinceramente, increíblemente insalubre.

Así que, querido lector, ¡cuidado! Si eres cliente habitual de este KFC, piénsalo dos veces antes de volver a consumir allí. ¡Tu salud está en juego! Y para aquellos que aún piensan en su próximo combo de pollo frito, quizás es hora de replantear la elección. Al menos hasta que se tomen medidas serias para garantizar que el próximo bocado no sea también el último.

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