septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CHETUMAL.- El arranque de la XVIII Legislatura en Quintana Roo no pudo ser más accidentado. Tras su primera sesión, marcada por protestas y hasta huevos arrojados, la nueva legislatura parece haber comenzado con el pie izquierdo. ¿Qué está detrás de esta premura legislativa? Algunos ya hablan de un plan transexenal encubierto.

El compromiso asumido por Jorge Sanén de legislar de cara al pueblo, bajo el principio de «Parlamento Abierto», se desvaneció en cuestión de horas. Contrario a lo prometido, no se convocó a los ciudadanos en una de las decisiones más relevantes: la aprobación de un paquete de leyes que afecta directamente los temas más sensibles para la sociedad, como la impunidad y la injusticia.

Mientras tanto, los partidos PAN y Movimiento Ciudadano, cuyos legisladores no asistieron a las sesiones, guardan un silencio que resulta, como mínimo, intrigante. Esta actitud podría estar dando una pista de cómo actuarán durante los próximos tres años. En cuanto al PRI, su desconexión con la ciudadanía ya era un hecho consumado.

Las 22 diputadas y diputados que aprobaron las reformas, que incluyen modificaciones a 13 leyes secundarias y a la Constitución, apenas tuvieron tiempo de leer –y mucho menos de analizar en profundidad– las 10 iniciativas presentadas. La sociedad, por su parte, desconoce completamente lo que se discutió y aprobó de manera apresurada en una jornada que, para muchos, fue simplemente incomprensible.

Todo comenzó el viernes 6 de septiembre por la noche, cuando, de forma inesperada y con tintes sospechosos, se convocó a la sesión legislativa que iniciaría al día siguiente, sábado 7. Este «sábado negro» legislativo dejó una mancha en la historia política de Quintana Roo, que ya de por sí no es ajena a episodios polémicos.

En apenas unas horas, se llevaron a cabo dos sesiones plenarias y cuatro de comisiones, una velocidad inusual que dejó perpleja a la sociedad. La rapidez con la que se desarrollaron los hechos llevó a muchos a cuestionar las intenciones detrás de este movimiento, que algunos califican de golpe legislativo encubierto. Con esta dinámica, la XVIII Legislatura se autoproclama como la «más productiva del país», pero a qué costo.

Las dudas permanecen: ¿era realmente necesario este ritmo vertiginoso? ¿Por qué no se permitió un análisis serio de las 13 iniciativas presentadas? Ni siquiera hubo tiempo para realizar las consultas mínimas requeridas para emitir un voto razonado.

Lo que queda claro es que el pueblo fue relegado en esta primera actuación de la nueva legislatura. Las críticas no tardarán en llegar, y la desconfianza crece. Lo que parecía ser una promesa de transparencia se ha transformado en un espectáculo que deja mucho que desear. En próximas entregas, abordaremos los detalles de fondo, pero por ahora, la incertidumbre está servida.

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