septiembre 27, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

Sonora.-Desde hace meses, se viene hablando del reclutamiento de menores por parte de células criminales. Lo que muchos preferían ver como un simple rumor ha sido, lamentablemente, confirmado en los últimos arrestos: cada vez más jóvenes, incluso niños, están siendo captados por el crimen organizado. La noticia de que menores de apenas 12 años están involucrados en actividades violentas deja en evidencia una problemática que, aunque visible, sigue sin recibir la atención que merece.

El pasado jueves 19 de septiembre, en Caborca, Sonora, se produjo un ejemplo desgarrador de esta realidad. En la colonia Burócrata, un enfrentamiento entre el Ejército Mexicano y civiles armados culminó con la muerte de tres presuntos delincuentes y la detención de ocho más. Lo que impactó a las autoridades y a la opinión pública fue la revelación de que seis de los detenidos eran menores de edad, algunos de ellos con apenas 12 años.

El enfrentamiento comenzó cuando los militares, durante labores de patrullaje, fueron atacados por civiles armados. Los soldados respondieron y, tras la refriega, lograron detener a los agresores. Entre los capturados se encontraba una mujer, un hombre adulto, y seis adolescentes. Los dos adultos, según las primeras investigaciones, habrían estado dirigiendo a los menores, quienes ya portaban armas largas y equipo táctico.

Lo más inquietante es que esta no es una historia aislada. Casos como este se están volviendo cada vez más comunes. Los cárteles han encontrado en los jóvenes, vulnerables y fácilmente manipulables, una fuente de «mano de obra» para sus actividades ilícitas. Y mientras las autoridades logran incautar armas y detener a algunos implicados, el reclutamiento continúa bajo la sombra de una sociedad que no termina de reaccionar.

A pesar de las circunstancias, los menores recibieron atención médica al ser detenidos, ya que algunos resultaron heridos durante el enfrentamiento. Sin embargo, el futuro de estos niños sigue siendo incierto. Las autoridades no han revelado sus identidades, y dada su condición de menores, es probable que nunca sepamos quiénes son o qué les espera.

Lo que sí es claro es que mientras el reclutamiento de menores continúe y sigamos viendo hacia otro lado, esta cruda realidad seguirá repitiéndose. No se trata solo de capturar a los culpables, sino de evitar que las generaciones más jóvenes sigan cayendo en las redes del crimen. ¿Cuántos niños más debemos perder para que se tomen medidas efectivas?

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