octubre 27, 2025


Paso en falso

En la Isla de las Golondrinas, donde uno esperaría encontrar paz y transparencia, se empieza a sentir el aire rancio de un sistema que pensábamos extinto. La llegada de José Luis Chacón a la presidencia municipal de Cozumel fue, para muchos, una «esperanza renovada», pero esa esperanza se ha visto empañada con la reciente designación de personajes cuyo historial no es, por decirlo suavemente, motivo de orgullo. Entre ellos, Raymundo López, quien hoy funge como oficial mayor, pero cuya reputación sigue siendo tan sombría como las prácticas que lo anteceden.

Ray López no es un desconocido para quienes han sido testigos del obscuro teatro de la política en Quintana Roo. Su paso por Benito Juárez, primero en SireSol y luego en Fiscalización, dejó un sabor amargo entre los empresarios locales, quienes lo acusan de haber hecho de la extorsión y el chantaje una especie de tarifa adicional para quienes buscaban operar en paz. No es un secreto que las multas eran una amenaza constante para aquellos que no estuvieran dispuestos a “colaborar”, y quienes osaron rebelarse contra esa red encontraron sus negocios clausurados en un abrir y cerrar de ojos.

Quizás lo más indignante es el nivel de descaro que López mostró. Fuentes cercanas, y algunos reporteros que prefieren mantenerse en el anonimato, afirman que el exfuncionario tenía un sistema bien aceitado: ofrecía pagos de entre 500 y mil pesos a periodistas dispuestos a silenciar cualquier nota negativa en su contra. Aquí es donde el silencio deja de ser solo complicidad y se convierte en una estructura de poder. Esta red de corrupción, heredada y refinada, no es una casualidad; es el legado de un sistema borgista que aún acecha desde las sombras, y Ray López parece haber aprendido de los mejores.


No es un misterio que López es considerado un alumno aplicado del exgobernador Roberto Borge, un aprendiz que absorbió las mañas y tácticas de su mentor hasta el último detalle. Incluso, algunos aseguran que su cercanía con Paul Carrillo lo coloca en el círculo más íntimo de esta vieja guardia borgista. Lo preocupante no es sólo su pasado, sino que ese mismo historial haya sido ignorado por Chacón al ponerlo en un cargo tan estratégico como la Oficialía Mayor.

La pregunta que queda en el aire es por qué Chacón, quien en su campaña prometió transparencia y justicia, decide dar espacio a figuras cuya trayectoria pública es una antítesis de esos valores. Las críticas de la ciudadanía no se han hecho esperar, y aunque el alcalde mantiene silencio, este silencio se vuelve ensordecedor. Cozumel no merece ser el escenario de una tragedia anunciada, en la que el borgismo, disfrazado de «nueva administración», siga operando como una maquinaria bien aceitada.

Es hora de que Cozumel despierte. Porque no se trata sólo de una figura política o de un nombre más en una lista de corrupción; se trata del futuro de una comunidad que merece mucho más que un reciclaje de viejas prácticas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que el pasado se cuele en el presente? El tiempo para tomar acción es ahora, porque los habitantes de esta isla merecen una administración que les dé la paz y la justicia prometidas, no un regreso a los tiempos oscuros del borgismo.

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