Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- A casi 72 horas de la sorpresiva fuga de Gilberto N., un reo con un historial de violencia marcado por homicidio, violación y lesiones calificadas, la falta de avances en su recaptura ha generado una creciente frustración y desconfianza entre la ciudadanía de Cancún. Los operativos para localizarlo, que han incluido la activación del Código Rojo, despliegues aéreos y terrestres, así como la intervención del helicóptero Águila I, han resultado infructuosos hasta el momento.
El Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún, donde ocurrió la evasión, se encuentra bajo intenso escrutinio tras la destitución del director y subdirector del penal, decisiones que buscan calmar las críticas, pero que dejan en el aire una pregunta: ¿cómo pudo un reo de tan alta peligrosidad burlar los mecanismos de seguridad? La visita del fiscal general del estado, Raciel López Salazar, ha traído pocas respuestas. A pesar de la supervisión directa, no se ha ofrecido ninguna versión oficial clara sobre las circunstancias exactas del escape.
La ausencia de resultados concretos en las investigaciones internas alimenta cada vez más las teorías de la opinión pública. Entre ellas, destaca una inquietante especulación: la posibilidad de que Gilberto N. haya muerto dentro del penal, una versión que ha ido cobrando fuerza en las conversaciones locales. Sin embargo, hasta el momento, no hay pruebas que confirmen o desmientan esta hipótesis.
El ambiente de incertidumbre, sumado al evidente fracaso de los operativos de búsqueda, aumenta la presión sobre las autoridades estatales, que siguen sin poder ofrecer una explicación convincente. Mientras tanto, el peligro de que uno de los internos más peligrosos del Cereso siga libre mantiene a la comunidad en vilo, exigiendo respuestas y, sobre todo, resultados que devuelvan la confianza en el sistema penitenciario y la seguridad pública de Cancún.
