
Redacción / Quintana Roo Ahora
PUERTO MORELOS.- La reciente toma de protesta de Blanca Merari Tziu Muñoz como presidenta municipal de Puerto Morelos dejó ver, una vez más, las contradicciones que acompañan al discurso oficial de la Cuarta Transformación (4T). Aunque en el acto se repitió la retórica habitual de crítica al PRIAN —el viejo régimen político que, según la narrativa de la 4T, representa la corrupción y los abusos del pasado—, la presencia de Paul Carrillo, Juan Carrillo Soberanis y otros «alumnos de Beto Borge» en el evento no pasó desapercibida. El exalcalde de Cancún y el exalcalde de Isla Mujeres son conocidos por sus vínculos con el PRI, ahora Verde en el caso del último, simbolizan esa vieja guardia política que, de acuerdo con la 4T, se pretendía dejar atrás.
Durante su intervención, Blanca Merari habló sobre un nuevo comienzo para Puerto Morelos, comprometido con los principios de la transformación que ha impulsado el presidente López Obrador a nivel nacional. Sin embargo, en los hechos, su cercanía con figuras borgistas, pone en duda el alcance de esa transformación a nivel local.
Estos no son actores aislados: su presencia en el escenario político de Quintana Roo es un recordatorio de cómo, más allá de los discursos, los pactos políticos de la región aún parecen depender de alianzas con personajes del pasado.

En Puerto Morelos, y en Quintana Roo en general, este tipo de dinámicas no son nuevas. La cooptación de antiguos priistas por parte de los gobiernos de Morena se ha vuelto un patrón recurrente. Mientras que el discurso oficial continúa señalando al PRIAN como la fuente de los males del país, en la realidad, muchos de los actores de esa alianza partidista siguen ocupando posiciones clave, ya sea dentro del gobierno o como aliados estratégicos.
Este tipo de eventos dejan una pregunta en el aire: ¿hasta qué punto la 4T en Quintana Roo representa una verdadera ruptura con el pasado, o si sólo ha integrado a quienes antes pertenecían a ese mismo sistema al que critica? Para Blanca Merari, la tarea de gobernar Puerto Morelos no sólo implica llevar a cabo las promesas de la transformación, sino también responder a las expectativas de una ciudadanía que espera ver cambios reales, no sólo en los discursos, sino en los hechos.