octubre 27, 2025

Paso En Falso

Es curioso —y frustrante— observar cómo se juega a la democracia en el seno del Partido Acción Nacional en Quintana Roo. Reyna Tamayo, actual dirigente estatal, parece estar encaminada a la reelección sin mayores sobresaltos, gracias a una fórmula que asegura su continuidad sin necesidad de enfrentarse a una contienda abierta. Mientras tanto, la militancia, aquellos hombres y mujeres que deberían ser el pulso y la esencia de cualquier partido, han quedado relegados a simples observadores.

Desde el inicio, la negativa de abrir este proceso a las bases levantó cejas y suspiros de inconformidad entre quienes defienden un PAN que responda a sus ideales de apertura y participación. ¿Por qué este empecinamiento en decidir la dirigencia a través del Consejo Estatal? Tamayo responde a esto con un discurso sobre el “consenso” de los comités municipales, donde supuestamente, casi por unanimidad, decidieron seguir este método. Pero uno no puede evitar preguntarse si realmente fue la opción preferida o, simplemente, la más conveniente para quienes detentan el poder interno.

Tamayo ha garantizado que el voto del Consejo será “democrático y transparente”, y asegura que el PAN en Quintana Roo está más fuerte que nunca. Sin embargo, cuando la única otra planilla liderada por Susana Martínez fue rechazada —justificando “inconsistencias” en sus firmas de apoyo—, el mensaje que se proyecta es otro. Aquí no se trata solo de cumplir con requisitos técnicos, sino de enviar un mensaje claro: en este partido, el camino al liderazgo pasa por filtros que pueden parecer menos democráticos y más una defensa de intereses establecidos.

El trasfondo de esta situación nos plantea una realidad incómoda: ¿a qué le teme la dirigencia del PAN en Quintana Roo? ¿A una competencia real? ¿A permitir que nuevas voces y liderazgos emergen? Es triste ver cómo un partido que históricamente defendió la democracia interna hoy parece caer en las mismas prácticas que tanto criticó. El hecho de que Susana Martínez haya sido descalificada bajo argumentos de «inconsistencia» con el respaldo requerido no hace más que alimentar la percepción de que, dentro del PAN quintanarroense, la estructura se blinda contra cualquier amenaza que no se alinee al status quo.

Lo que queda claro es que Tamayo se enfrenta a un electorado de consejeros, no a la militancia que, en teoría, representa. Con un entorno controlado, las probabilidades de su ratificación el próximo 1 de diciembre parecen seguras, y con ello, el círculo de poder cerrado. A fin de cuentas, esta elección deja un mal sabor de boca. No por el triunfo cantado de Tamayo, sino por la sensación de que el PAN ha decidido, una vez más, alejarse de su militancia y reforzar un sistema en el que la democracia suena más a simulacro que a realidad.

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