Redacción / Quintana Roo Ahora
YUCATÁN.- Lo que debía ser una noche de oración y recogimiento en el Templo Emanuel se transformó en una pesadilla para una madre y su hijo de cinco años, tras ser víctimas de un acto de violencia inconcebible por parte del pastor de la congregación.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 20:30 horas del martes. Según el testimonio de la madre, el niño, cansado tras horas de culto, comenzó a llorar pidiendo regresar a casa. Decidida a atender a su hijo, la mujer se dispuso a salir del templo, pero fue interceptada por el pastor Alberto, líder de la iglesia, quien intentó calmar al menor ofreciéndole un dulce. Ante el rechazo del niño, el pastor reaccionó violentamente.
De acuerdo con la madre, Alberto tomó del brazo al pequeño y, en un tono autoritario, le exigió retirarse, asegurando que él se encargaría de enseñarle «cómo educar a los hijos». Acto seguido, se encerró en un cuarto con el menor, dejando a la mujer afuera sin poder ingresar debido al seguro de la puerta.
Lo que siguió fue una escena aterradora. Desde el exterior, la madre escuchó los gritos de su hijo, que parecían ser producto de violencia. Minutos después, la puerta se abrió, y el niño salió llorando, seguido del pastor. La mujer decidió llevar a su hijo a casa, donde pudo observar moretones en el cuello del menor, confirmando que había sido golpeado.
Sin perder tiempo, la familia presentó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado, quedando registrada en la carpeta de investigación NNA/1554/2024. Las autoridades han señalado que abrirán una investigación para esclarecer lo sucedido y determinar las responsabilidades correspondientes.
La comunidad de Roble Agrícola está consternada por los hechos y exige justicia. Mientras tanto, el pastor Alberto continúa al frente del templo, situación que ha generado indignación entre los vecinos, quienes cuestionan la falta de medidas inmediatas por parte de las autoridades.
El caso subraya la necesidad urgente de proteger a los menores en todos los entornos, incluso aquellos que, en teoría, deberían ser espacios de seguridad y guía espiritual. La madre del menor espera que la denuncia presentada sea el primer paso para garantizar que hechos como este no vuelvan a ocurrir.
