septiembre 28, 2025


Paso En Falso

El reciente anuncio sobre el aumento al salario mínimo para 2025 ha generado un intenso debate. A primera vista, parece una medida progresista que busca dignificar la vida de millones de trabajadores; sin embargo, cuando se analiza a fondo, resulta evidente que esta política económica no es la panacea para erradicar la pobreza. En un país donde el 50% de la población trabaja en la informalidad y el poder adquisitivo sigue rezagado frente a la inflación, un incremento salarial por decreto es tan solo un paliativo que ignora las verdaderas causas estructurales de la desigualdad.

Este aumento, aunque bien intencionado, podría tener un efecto adverso en los pequeños y medianos empresarios, quienes enfrentan un panorama económico cada vez más complicado. A diferencia de las grandes corporaciones, que tienen la capacidad de absorber el costo adicional, los negocios locales tendrán que elegir entre reducir personal, aumentar precios o incluso cerrar sus puertas. Paradójicamente, esto podría traducirse en mayor desempleo y precarización laboral, agravando el problema que se busca resolver.

Es fundamental reconocer que el salario mínimo por sí solo no crea riqueza ni combate la pobreza de manera sostenible. Lo que realmente necesitamos son políticas públicas integrales que fortalezcan el mercado laboral formal, impulsen el acceso a la educación y fomenten la competitividad. Sin estos pilares, cualquier incremento salarial será insuficiente para cerrar la brecha de desigualdad, y la narrativa oficial continuará siendo un parche populista en lugar de una solución de largo plazo.

Finalmente, como país debemos replantearnos qué entendemos por desarrollo económico. Mientras sigamos obsesionados con los aumentos salariales como único indicador de progreso, perderemos de vista lo esencial: construir un entorno donde las empresas prosperen, los trabajadores tengan acceso a oportunidades reales y las comunidades puedan salir de la pobreza con dignidad. El salario mínimo puede ser un buen comienzo, pero no debe ser el fin del camino.

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