enero 20, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

QUINTANA ROO.- Este fin de semana, las redes sociales fueron testigo de un fenómeno que, para muchos, resultó tan «conmovedor» como inquietante. Un aluvión de mensajes borgistas inundó las plataformas digitales para conmemorar el cumpleaños número 45 de Roberto Borge Angulo, el polémico exgobernador de Quintana Roo que cumple una condena mientras enfrenta múltiples procesos por corrupción.

Aunque en apariencia se trató de felicitaciones nostálgicas, cargadas de frases llenas de «ternurita» hacia quien aún permanece tras las rejas, los mensajes no se limitaron a buenos deseos. De manera casi orquestada, el tono cambió para pedir clemencia y victimizar a “Beto”. Una narrativa que recordó la estrategia utilizada en su momento para reivindicar al exgobernador priista Mario Villanueva Madrid, creando así lo que ya algunos llaman la “mariovillanuevización” de Borge.

¿Por qué ahora?

Lo más llamativo no fue solo la repentina efervescencia borgista, sino el respaldo masivo hacia su figura en redes sociales, un apoyo que jamás se vio durante el sexenio de su sucesor, Carlos Joaquín González. Durante ese periodo, los fieles a “Beto” optaron por esconderse o protagonizar un “efecto cucaracha”: huyeron a otros estados o incluso abandonaron el país. Sin embargo, ahora parecieran estar más envalentonados, casi reagrupándose, como si el tiempo y las circunstancias hubieran borrado los escándalos del pasado.

Los incentivos no son menores. Cada vez más excolaboradores del borgismo regresan a la escena política, algunos incluso bajo el manto protector de la Cuarta Transformación. Figuras como Juan Carrillo y Paul Carrillo, personajes que otrora parecían desterrados, consolidan hoy sus carreras en cargos públicos o relanzan sus aspiraciones políticas.

Un fenómeno nacional

Este resurgimiento no es exclusivo de Quintana Roo. Casos similares se observan en otras entidades. El exsenador panista Jorge Luis Lavalle Maury, de Campeche, y el exgobernador priista de Oaxaca, Alejandro Murat, son ejemplos de cómo personajes con antecedentes cuestionables han encontrado nuevas oportunidades en el cambiante tablero político del país.

En el caso específico de Quintana Roo, el borgismo parece estar adoptando un nuevo disfraz, envolviéndose en papel verde y guinda para intentar justificar su regreso. La retórica, que antes olía a priismo rancio, ahora adopta matices de la 4T, una jugada que, lejos de ser ingenua, demuestra un cálculo político muy preciso.

¿Qué sigue para “Beto” Borge?

Aunque parezca descabellado, el escenario no está exento de sorpresas. En una de esas, podríamos llegar a ver una comisión especial del Congreso del Estado exigiendo la liberación de Roberto Borge, bajo argumentos de “justicia histórica”. Este respaldo orquestado parece ser más que un simple homenaje de cumpleaños: es un movimiento político en ciernes que busca resucitar al borgismo bajo nuevas condiciones.

Lo que queda claro es que la historia política de Quintana Roo aún tiene capítulos por escribir. La pregunta es si la sociedad permitirá que regresen los fantasmas del pasado o si este intento de reivindicación será frenado por una memoria colectiva que, ojalá, no olvide tan fácilmente.

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