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Redacción / Quintana Roo Ahora
QUINTANA ROO.- No pasó desapercibido. Rafael Marín, conocido como el «padre de Morena», cerró el año en Cancún, y lo hizo, como era de esperar, haciendo política. En este país, como bien sabemos, las casualidades no existen en el ámbito político, y menos cuando un personaje de la talla de Marín aparece en escena con toda la intención de marcar su territorio.
El actual Representante Permanente de México ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) no solo visitó la ciudad, sino que se reunió en el restaurante de uno de los cofundadores de Morena, un lugar donde, por supuesto, los acuerdos políticos trascienden mucho más allá de la comida.
Y si alguien duda de la relevancia de la reunión, basta con observar la foto que Marín se tomó junto a referentes clave del morenismo, una imagen que, en términos de comunicación política, no necesita más palabras. El mensaje es claro: Rafael Marín está de vuelta y con más ambiciones que nunca.
Cabe recordar que, aunque muchos lo identifican con la historia reciente de Morena, el partido fue fundado en 2014, no en 2018, como algunos aún insisten en creer. Un recordatorio útil para quienes siguen confundidos sobre los tiempos políticos en México.
Marín, quien en 2022 intentó, sin éxito, ser considerado como el tapado para la presidencia, parece no haber perdido la esperanza. Ahora, con un panorama político completamente distinto al de hace dos años, se perfila como una figura dispuesta a recuperar el terreno perdido. Y si algo es seguro, es que las circunstancias dentro de Morena seguirán cambiando. Lo que está por venir, sin duda, será aún más interesante.
El regreso de Rafael Marín a la arena política no es solo una anécdota, es el preludio de lo que podría ser una nueva jugada estratégica en su carrera, mientras otros actores se perfilan para liderar el destino de Morena. En este juego, como en todos los grandes juegos de poder, los cambios son rápidos y las sorpresas, constantes.
