Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- La tortilla, ese elemento esencial en la dieta de los mexicanos, se encuentra en el centro de un debate económico y social. Según Rubén Montalvo, representante de la industria de la masa y la tortilla en Cancún, las políticas federales que buscan reducir el precio del alimento no solo son inviables, sino que amenazan la sostenibilidad de miles de tortillerías en el país.
El gobierno federal anunció recientemente su intención de reducir el precio de la tortilla de maíz en un 10% durante el sexenio, lo que significaría una disminución aproximada de dos pesos por kilogramo. Sin embargo, Montalvo y otros representantes de la industria han dejado claro que este objetivo no es factible. «Es imposible para nosotros bajar el precio de la tortilla», advirtió, señalando que las reuniones entre el sector y el gobierno no han arrojado soluciones viables.
El principal problema, explicó, radica en que mientras se pretende controlar el precio de la tortilla, los insumos necesarios para su producción no solo no están regulados, sino que continúan subiendo. «No se vale querer controlar el precio de la tortilla si el maíz sube, si la harina sube, si el papel sube, si la renta sube, si los sueldos suben», enfatizó.
Estabilidad que cuesta
Montalvo reconoció que en los últimos dos años el precio de la tortilla ha logrado mantenerse estable, algo que fue posible gracias a la colaboración con el gobierno federal. Sin embargo, subrayó que esta estabilidad solo puede mantenerse si los costos de los insumos también se controlan.
Como ejemplo, el representante señaló el aumento en las licencias de funcionamiento en el municipio de Benito Juárez, que este año subieron un 57%. A esto se suma el alza en costos como el maíz, que tan solo en el último mes aumentó cerca de 600 pesos por tonelada, y la harina, cuyo precio también va al alza.
Un mercado libre
Rubén Montalvo recordó que, históricamente, el precio de la tortilla fue controlado por el gobierno, algo que debilitó a la industria. En la actualidad, el producto es de libre mercado, lo que permite a cada tortillería fijar su precio según sus costos operativos. «El precio de la tortilla no tiene por qué tener tope. Claro, el consumidor tendrá que decidir en dónde comprarla», afirmó.
Aunque las conversaciones a nivel local con autoridades municipales, como la tesorera, buscan reducir algunos costos, la presión sigue recayendo sobre los pequeños y medianos empresarios. «El industrial de la masa y la tortilla está luchando por sostener un negocio que le permita mantener a su familia», puntualizó.
La industria de la tortilla se encuentra en una encrucijada: por un lado, las expectativas gubernamentales de mantener precios bajos para los consumidores, y por otro, el alza constante de los insumos. Lo que es seguro, según Montalvo, es que sin cambios estructurales, será inevitable que el costo de la tortilla suba en los próximos meses.
