Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- Una mujer de 51 años, originaria de Estados Unidos, continúa en la incertidumbre a las afueras de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Cancún. Desde el 12 de diciembre, Laurie Rachelle ha vivido en un espacio verde, al borde del estacionamiento, esperando ser deportada tras haber sido víctima de un delito que marcó su vida: la trata de personas.
La historia de Laurie, es la crónica de un viaje truncado por la desesperación y el engaño. En 2022, tras el fallecimiento de su madre, Laurie fue contactada por alguien que se presentó como amiga de un supuesto tío francés en apuros de salud. La persona le insistió que debía viajar inmediatamente a México para ayudar a su familiar, pero al llegar al país, la realidad que enfrentó fue completamente diferente.
Al llegar, fue llevada a un lugar aislado, semejante a un rancho, donde le robaron sus documentos y se la retuvo bajo el falso pretexto de agilizar trámites para salir del país con su supuesto tío. Nunca lo conoció. A medida que pasaba el tiempo sin avances, la desesperación creció en Laurie. En un acto de valentía, logró escapar, pero al no contar con documentos oficiales, su situación se complicó aún más.
En su intento por regresar a casa, Laurie acudió al aeropuerto con la esperanza de encontrar ayuda. Sin embargo, las autoridades migratorias no le permitieron salir, exigiéndole un documento del consulado estadounidense, lo que la obligó a viajar a Sonora, donde no pudo obtener un pasaporte. Sin apoyo, comenzó a deambular por varias partes del país en busca de una solución, hasta llegar a Cancún en diciembre, pensando que el destino turístico podría ofrecerle una oportunidad.
Pero la realidad fue aún más dura. En Cancún, Laurie ha encontrado pocas respuestas, y su vida sigue en un limbo. “Aquí es donde menos apoyo he encontrado. Desde que llegué, he estado en este parque, entre el estacionamiento y la terminal. Si no fuera por los trabajadores y algunas personas que me regalan comida, estaría en una situación de salud más grave”, relata.
Laurie se refugia cada noche en la terminal, aprovechando para asearse y dormir en las sillas. Sin embargo, a primera hora de la mañana debe regresar al parque, donde permanece expuesta a las inclemencias del clima. “Las autoridades han sido indiferentes, y yo solo quiero que alguien me ayude a regresar a mi país. Mi pesadilla continúa”, señala entre lágrimas.
La historia de Laurie refleja una cruel realidad que, aunque lamentablemente no es única, deja al descubierto la vulnerabilidad de muchas personas atrapadas en situaciones de trata, desamparo y burocracia sin fin. Mientras el tiempo sigue pasando y la incertidumbre se agranda, la mujer estadounidense sigue aguardando en el aeropuerto de Cancún, con la esperanza de que algún día su sufrimiento llegue a su fin.