enero 20, 2025

En Cancún, el transporte parece regido más por la «ley del más fuerte» que por normativas justas. Si la guerra declarada por el sindicato de taxistas “Andrés Quintana Roo” contra Uber no fuera suficiente, ahora el desorden del transporte en el aeropuerto internacional ha sido exhibido por Luisito Comunica, uno de los influencers más conocidos en México. En sus redes sociales, denunció haber pagado 2 mil pesos por un trayecto de 20 minutos, lo que desató una oleada de indignación. ¿La respuesta del gobierno? Silencio sepulcral.

El escándalo resucita un tema conocido: las tarifas exorbitantes y las prácticas abusivas del gremio taxista en Cancún y otras marcas, que operan como si tuvieran un fuero especial en el aeropuerto. Luisito comparó el costo del servicio con el de taxis en ciudades como Tokio o Nueva York, y no le falta razón. ¿Cómo puede Cancún, siendo un destino turístico internacional, justificar precios que incluso superan a los de las ciudades más caras del mundo? La realidad es que los turistas están atrapados en un sistema donde los taxistas imponen sus reglas, mientras el gobierno parece más interesado en proteger intereses que en garantizar la movilidad.

Lo que agrava el problema es la relación simbiótica entre el sindicato y la política local. No es casualidad que el nuevo logo y eslogan del sindicato se alineen con la 4T y el discurso de “transformación” de Mara Lezama. Los rumores de que familiares de la gobernadora operan placas de taxi no son nuevos, pero ante la pasividad gubernamental, cada vez suenan más plausibles. ¿Acaso esta “mano blanda” no es más que un pacto implícito entre el poder político y el gremio taxista?

La pregunta que queda es clara: ¿cuánto tiempo más se permitirá este abuso? Luisito Comunica abrió una puerta, pero hace falta más que indignación en redes sociales. Cancún, como joya del turismo en México, merece un sistema de transporte transparente, regulado y justo. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y pongan fin a este “caso sin ley” que daña tanto a turistas como a locales. De lo contrario, el paraíso se seguirá manchando con la corrupción de siempre.

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