Redacción / Quintana Roo Ahora
Quintana Roo.- En el corazón de la selva de Quintana Roo, donde la naturaleza despliega su majestuosidad, se oculta una tragedia silenciosa. Las carreteras, que atraviesan el territorio de animales salvajes, se han convertido en trampas mortales para especies únicas en el mundo.
En pocas horas, cerca de la localidad de Limones, en el municipio de Bacalar, el asfalto se tiñó de sangre. Un oso hormiguero, un «cabeza de viejo», una tortuga terrestre, serpientes y dos aves fueron atropellados, víctimas de la velocidad y la falta de medidas de protección.



Estas criaturas, que comparten nuestro hogar en este hermoso estado, han sido brutalmente silenciadas. Sus vidas, arrebatadas por el avance del progreso, nos recuerdan que nuestras acciones tienen consecuencias devastadoras. La pérdida de cada uno de estos animales es una herida profunda en el ecosistema.
Nos queda un vacío irremplazable, con la tristeza de saber que su existencia fue truncada por nuestra falta de conciencia. Es hora de despertar. No podemos permitir que nuestras carreteras se conviertan en cementerios de fauna. Exijamos medidas urgentes para proteger a estas especies que nos necesitan.
