septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

ESTADOS UNIDOS.- La controversia en torno a los nuevos aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a México y Canadá, ha generado un fuerte rechazo entre los empresarios estadounidenses. Desde el primer minuto del 4 de marzo, los aranceles del 25 por ciento entraron en vigor, generando preocupación sobre el impacto económico que podría tener en las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) y en el consumidor final.

El llamado a la reconsideración no se ha hecho esperar. Neil Bradley, director de políticas de la US Chamber of Commerce, aseguró que “familias y empresas de EU luchan contra los altos precios” y que este nuevo impuesto solo contribuirá a aumentar los costos. La Cámara de Comercio de Estados Unidos destacó que las empresas de todos los tamaños se verán afectadas de inmediato, y que lo más probable es que se vean obligadas a trasladar esos incrementos a los precios finales de los productos.

Con un comercio total entre los tres países que supera los 1.6 billones de dólares, México y Canadá se han convertido en los socios comerciales más importantes para Estados Unidos, sustentando aproximadamente 13 millones de empleos en ese país. De acuerdo con la US Chamber, los aranceles a México y Canadá no solo podrían elevar los costos de los productos, sino que también podrían forzar el cierre de empresas si la situación se prolonga.

“No podemos olvidar que los aranceles no solo afectan a las grandes corporaciones, sino que tienen un impacto directo en las pequeñas y medianas empresas, aquellas que constituyen la columna vertebral de nuestra economía”, subrayó Bradley. A su juicio, el aumento de los precios de los productos traerá consigo un mayor sufrimiento económico para millones de estadounidenses, que ya enfrentan los efectos de la inflación.

Presión innecesaria para las empresas de Kentucky

El estado de Kentucky, uno de los más afectados por los aranceles, se ha pronunciado con fuerza en contra de esta política. Ashli Watts, presidenta y directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Kentucky, calificó los aranceles de 25 por ciento como una “presión innecesaria” para las empresas y familias del estado. En particular, la industria del bourbon de Kentucky, que ya había sufrido las consecuencias de los aranceles de represalia impuestos por otros países, perdió casi 600 millones de dólares en exportaciones.

“Estas políticas tienen consecuencias reales. No podemos permitir que las tarifas arancelarias alteren las cadenas de suministro, aumenten los costos y amenacen los empleos en nuestra economía”, agregó Watts, quien instó a los responsables de la política a apoyar un comercio libre y justo que permita a las empresas estadounidenses competir y crecer en el mercado global.

El impacto de estos aranceles no solo podría poner en peligro empleos en diversas industrias, sino que también podría afectar la estabilidad económica de regiones enteras que dependen de las relaciones comerciales con México y Canadá. Ante este panorama, las voces empresariales piden al presidente Trump que reconsidere su estrategia y busque alternativas que no pongan en riesgo la competitividad de las empresas estadounidenses ni el bienestar de sus ciudadanos.

¿Qué futuro hay para el comercio entre México, EU y Canadá?

Con cifras que revelan un intercambio comercial de más de 760 mil millones de dólares entre Estados Unidos y Canadá, y 839 mil millones con México solo en 2024, la relación económica entre los tres países es clave para la estabilidad comercial y el empleo en Estados Unidos. A medida que las tensiones comerciales aumentan, la Cámara de Comercio de Estados Unidos y diversas voces empresariales insisten en la necesidad de reconsiderar los aranceles, apelando a un enfoque que favorezca la cooperación económica y la estabilidad en el continente.

Mientras tanto, las negociaciones siguen, y el comercio entre estos países continúa siendo uno de los pilares fundamentales de la economía global. Sin embargo, los recientes movimientos de Trump podrían marcar el comienzo de una nueva fase en la política comercial de Estados Unidos, con consecuencias aún inciertas para todos los involucrados.

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