octubre 31, 2025

Paso En Falso

La noticia de la fuga y recaptura de tres internos del penal de Cancún parece sacada de un guion predecible: primero, el escándalo de la evasión, después, el despliegue espectacular de las fuerzas de seguridad, y finalmente, el anuncio triunfal de la recaptura. Pero más allá del show mediático, lo que queda al descubierto es una realidad incómoda: cuando quieren, pueden. Si realmente tuvieran el control, ¿cómo explican que estos sujetos hayan logrado escapar en primer lugar?

Está fuga no es un hecho aislado, sino una prueba más de que en el Cereso de Cancún opera un gobierno interno, donde el crimen y los sobornos dictan las reglas del juego. Desde hace años, hay reportes de corrupción, de privilegios para ciertos internos y de una seguridad que es más flexible para quienes tienen el dinero o las conexiones adecuadas. No se necesita ser un genio para deducir que estos tres reos no salieron por arte de magia, sino con la complicidad de alguien dentro.

Ahora, la Fiscalía promete «cero impunidad», pero, ¿investigará realmente a fondo o todo quedará en una simulación? Porque si algo nos han enseñado casos anteriores, es que estas pesquisas terminan en sanciones menores o en el simple olvido. Mientras tanto, el mensaje que queda es claro: la cárcel de Cancún no está bajo control del Estado, sino de quienes han aprendido a manejarla desde dentro.

Si el gobierno quiere demostrar que es efectivo, no basta con recapturar fugados, sino con atacar la raíz del problema: la corrupción sistemática en los penales. Porque mientras sigan operando bajo sus propias reglas, la próxima fuga será solo cuestión de tiempo.

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