noviembre 1, 2025

Paso En Falso

Hubo un tiempo en que Tulum era el diamante de la Riviera Maya: playas vírgenes, cenotes ocultos y una vibra bohemia que atraía a viajeros de todo el mundo. Hoy, ese diamante se ha convertido en carbón, ennegrecido por fraudes inmobiliarios, desarrolladores sin escrúpulos y una impunidad rampante. La burbuja inmobiliaria que infló los precios hasta niveles absurdos está colapsando, y lo que queda son inversionistas engañados, departamentos sin luz ni agua y una administración municipal que brilla por su ausencia.

El problema es evidente: en Tulum, 7 de cada 10 desarrolladores enfrentan conflictos legales, según la Asociación Nacional de Abogados de Empresa (Anade). Construcciones sin permisos, terrenos sin escrituras y un descontrol absoluto en la regulación han convertido este destino en un campo minado para quienes buscan invertir. La fiebre por vender terrenos «con vista al paraíso» ha generado una avalancha de fraudes donde los compradores terminan sin casa y sin dinero. Como señala el vicepresidente de la Asociación Mexicana de la Industria Inmobiliaria (AMII), muchos de estos inmuebles no tienen certeza legal, pero se venden como si fueran inversiones seguras.

Y cuando hasta los influencers se convierten en víctimas, sabemos que la crisis es real. Poncho de Nigris, con todo y su poder mediático, terminó con un departamento que parece más una trampa que una propiedad de lujo. Lo vendieron con promesas de rentas elevadas y plusvalía creciente, pero hoy está atrapado en un mercado saturado, con 85 mil unidades en oferta y precios de renta que apenas alcanzan los 600 pesos la noche. Si a una figura pública le hicieron esto, ¿qué esperanza tienen los inversionistas promedio?

Tulum se está pudriendo desde adentro. No sólo es un problema de inversionistas ingenuos, sino de un modelo de desarrollo irresponsable y una falta de regulación escandalosa. Mientras no haya castigos ejemplares para los estafadores y una reestructuración del mercado inmobiliario, este paraíso seguirá convirtiéndose en una farsa. La gran pregunta es: ¿hasta cuándo? Porque, si no se actúa pronto, Tulum dejará de ser un destino de ensueño para convertirse en la advertencia más grande del turismo en México.

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