
Redacción / Quintana Roo Ahora
Roma, Italia — En una decisión que subraya su estilo sencillo y su profunda devoción mariana, el Papa Francisco anunció en 2023 que no será enterrado en las grutas vaticanas, como la mayoría de sus antecesores, sino en un lugar muy especial para él: la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma.
Esta emblemática basílica, la más antigua dedicada a la Virgen María en Occidente, ha sido un sitio de especial significado espiritual para Jorge Mario Bergoglio desde antes de ser Papa. Durante su pontificado, la visitó en 115 ocasiones para orar ante la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, patrona de Roma, a quien hizo una promesa personal.
Una tumba sencilla en una capilla discreta
Francisco ha elegido una pequeña capilla en la nave izquierda del templo, entre dos confesionarios, como su lugar de sepultura. Esta capilla, anteriormente utilizada para guardar candelabros, ha sido seleccionada por el Papa para albergar su tumba de forma modesta y sin ostentación, a semejanza del sepulcro del escultor barroco Gian Lorenzo Bernini, también enterrado en este templo con una discreta lápida.
Fiel a su estilo austero, también ha dispuesto que sus exequias sean simples, marcando así un contraste con la solemnidad tradicional de los funerales papales.
Una decisión enraizada en la historia
Aunque podría parecer una ruptura con la tradición, esta elección no es inusual desde el punto de vista histórico. De los 264 Papas que ha tenido la Iglesia, solo 92 descansan en la Basílica de San Pedro. Varios optaron por ser enterrados en otras iglesias de Roma. En Santa María la Mayor ya reposan los restos de siete Papas anteriores.
Un templo con fuerte significado mariano
La Basílica de Santa María la Mayor no es solo uno de los cuatro templos mayores de Roma, sino también un lugar cargado de historia y simbolismo. Fue construida en el siglo IV tras el llamado «milagro de la nieve», en el que, según la leyenda, la Virgen indicó el sitio exacto para su construcción haciendo caer nieve en pleno agosto. Esta basílica alberga además una reliquia del pesebre del Niño Jesús y es conocida como el «Belén de Occidente».
El Papa Francisco, cuya cercanía con los más humildes ha marcado su pontificado, ha decidido así unirse eternamente a este espacio mariano que tanto significado ha tenido en su vida y misión espiritual.