septiembre 29, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CANCÚN.- Lo que comenzó como una tarde rutinaria de vigilancia para el Grupo Centurión se convirtió rápidamente en una carrera contrarreloj, luego de recibir una alerta que encendió todas las alarmas: una menor de edad, presuntamente privada de su libertad, estaba en peligro.

El reporte fue recibido vía telefónica mientras los elementos realizaban patrullajes en Cancún. De inmediato se trasladaron a la Fiscalía General del Estado, donde el padre de la joven informó que había recibido una llamada extorsiva en la que le exigían 500 mil pesos. También reveló que su hija había salido del domicilio sin dejar rastro ni aviso previo.

Mientras una parte del equipo acompañaba a los padres a la Fiscalía Especializada en Combate a los Delitos de Desaparición, otros integrantes del Grupo Centurión desplegaron operativos de búsqueda en distintos puntos de la ciudad. Pero la incertidumbre encontró un inesperado alivio: durante el trayecto, la madre de la menor fue notificada por su cuñada de que la joven —identificada por sus iniciales M.G.H. de la C.— ya se encontraba en casa.

Al ser entrevistada, la adolescente narró que un sujeto que se identificó como “Eduardo” la contactó para pedirle ayuda en lo que describió como una “misión”: capturar a quienes, supuestamente, habían hackeado su celular. Le ordenó acudir sola a la Plaza Héroes y guardar el secreto. Horas después, le dijo que podía retirarse.

Afortunadamente, la familia no realizó ningún depósito, lo que permitió frustrar el intento de secuestro virtual. Las autoridades confirmaron que se trató de un caso típico de manipulación psicológica para aislar a la víctima y generar un estado de alarma en los familiares.

La Fiscalía exhortó a la ciudadanía a mantenerse alerta ante este tipo de delitos, que han cobrado fuerza a través de engaños digitales. También se recordó la importancia de reportar cualquier situación sospechosa al número 089 de Denuncia Anónima, y mantener una comunicación constante con niñas, niños y adolescentes sobre los riesgos de compartir información o responder llamadas de desconocidos.

Este caso, aunque con final feliz, sirve como un llamado urgente a reforzar las redes familiares, la prevención comunitaria y la educación digital para frenar una modalidad de violencia que, aunque invisible a simple vista, tiene el poder de paralizar a cualquier familia.

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