septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

PLAYA DEL CARMEN.- Playa del Carmen, como muchas ciudades del país, arrastra heridas abiertas por la inseguridad. Y aunque en el discurso político la palabra “seguridad” se repite con obsesión, pocas veces se traduce en acciones concretas. Hoy, en este rincón del Caribe mexicano, algo distinto comienza a tomar forma: una estrategia que, más que prometer, actúa. Y que empieza a dar resultados palpables.

Estefanía Mercado, presidenta municipal de Solidaridad, parece decidida a cambiar las reglas del juego. Apenas diez días después de haber entregado 335 unidades, entre patrullas, motocicletas y hasta un helicóptero, a la Secretaría de Seguridad Ciudadana Municipal, ya se sienten los primeros impactos en las calles. No es poca cosa: una inversión histórica de 1,200 millones de pesos, que no se disfraza de acto simbólico, sino que representa una prioridad convertida en presupuesto.

La apuesta es clara: llevar la seguridad pública más allá del discurso. En tan solo una semana, la corporación logró la detención de 10 presuntos narcomenudistas, el aseguramiento de 676 dosis de droga, armas de fuego y municiones. Pero lo más importante —y aquí es donde la narrativa se humaniza— fue el rescate de una joven víctima de secuestro, gracias a una reacción oportuna de la policía local.

Ese acto no aparece en ningún informe con gráficas de colores. No engalana ruedas de prensa. Pero salva una vida, y con eso basta para justificar cada centavo invertido.

Quienes han seguido de cerca el desarrollo de esta estrategia, señalan un giro de timón en la manera de ejercer la seguridad: proximidad, tecnología, patrullaje estratégico y enfoque preventivo, donde el GEAVIG (Grupo Especializado en Atención a la Violencia Familiar y de Género) juega un papel clave. Aquí, la seguridad no solo se mide en detenciones o decomisos, sino en hogares donde las mujeres pueden volver a dormir con las puertas cerradas sin miedo, no con candado y sobresalto.

La frase que repite Estefanía Mercado no es solo eslogan: “No venimos a improvisar, venimos a transformar con hechos.” Y los hechos comienzan a darle la razón.

Así, Playa del Carmen parece trazar un nuevo rumbo. Uno en el que la seguridad no se reduce a blindar la ciudad para el turismo, sino a proteger la dignidad de su gente. Una narrativa de paz que se construye con inversión inteligente, voluntad política y servidores públicos con compromiso real. Una ciudad que, poco a poco, empieza a convencerse de que un buen gobierno no se siente en la silla: se camina en las calles.

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