
Kantunilkin.- La tragedia que estremeció a Campeche y Quintana Roo ha llegado a su punto más doloroso. Luego de más de 20 días de búsqueda ininterrumpida, este martes se confirmó el hallazgo sin vida del empresario campechano Osberth Nicolás de Atocha Valle Pinzón, quien había sido reportado como desaparecido desde el pasado 10 de abril.
Valle Pinzón fue visto por última vez en Kantunilkín, cabecera municipal de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, junto con su colaborador, Fernando Hermosillo Curiel, originario de Chiapas. Ambos acudieron a dicha localidad por motivos laborales, sin imaginar que su visita se convertiría en una desaparición que movilizaría a las autoridades y conmocionaría a la sociedad.
Familiares, amigos, empresarios y ciudadanos han manifestado su indignación y exigido justicia, señalando la creciente inseguridad y el alarmante número de desapariciones en el estado de Quintana Roo. La exigencia es clara: aplicar todo el peso de la ley contra los responsables de este doble crimen que refleja la fragilidad de la seguridad pública en la región.
De acuerdo con la información disponible, fue el pasado 15 de abril cuando la Fiscalía General del Estado, en coordinación con la Guardia Nacional, logró la detención de tres presuntos implicados: Gabriel “N”, Venancio “N” y un menor de edad identificado como José “N”, quienes presuntamente operaban como “halcones” para un grupo delictivo en la zona. A pesar de estas detenciones, hasta la noche del 29 de abril la Fiscalía no ha emitido información detallada sobre los avances del caso ni sobre el paradero de Fernando Hermosillo, cuya ficha de búsqueda sigue activa.
El caso ha vuelto a exhibir el fracaso de las autoridades locales en garantizar la seguridad de sus habitantes y visitantes. Diversas voces señalan al presidente municipal de Lázaro Cárdenas, Nivardo Mena Villanueva, como otro funcionario rebasado por la violencia que azota a su municipio, donde los grupos criminales actúan con preocupante impunidad.
Mientras el dolor embarga a dos familias y la indignación crece entre la población, las autoridades enfrentan el reto de esclarecer este atroz crimen, castigar a los culpables y recuperar la confianza perdida. La sociedad ya no está dispuesta a aceptar el silencio ni la inacción. Hoy, más que nunca, Quintana Roo necesita justicia, no discursos.