
Redacción / Quintana Roo Ahora
PLAYA DEL CARMEN.- En una ciudad donde el desarrollo turístico y la convivencia diaria se entrelazan con desafíos crecientes en materia de seguridad, el anuncio del gobierno municipal encabezado por Estefanía Mercado suena como un parteaguas: más de 1,200 millones de pesos han sido invertidos para transformar, de raíz, la operatividad de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Pero más allá de la cifra, lo que realmente se está construyendo es una nueva narrativa de protección ciudadana.
En un acto que parece sacado de un guión futurista —pero sin perder la urgencia del presente—, se integraron 335 nuevas unidades al parque vehicular. Estamos hablando de una flota que incluye 150 patrullas Ford Explorer, 55 camionetas RAM, 30 motocicletas KTM y, como pieza clave en tareas de alto impacto, un helicóptero Bell 407 diseñado para patrullaje aéreo, inteligencia, rescates y evacuaciones médicas. Sí, Playa del Carmen ahora tiene ojos en el cielo.
Pero la visión es aún más amplia: motos Boulevard, scooters eléctricos, vehículos Maverick X3, e incluso un vehículo táctico blindado KARNAF completan un escuadrón motorizado que parece más propio de una metrópoli en plena digitalización de la seguridad. Cada unidad está equipada con cámaras, DVR y herramientas tecnológicas que permitirán monitorear, documentar e intervenir en tiempo real.
No es solo equipamiento, es estrategia. La distribución de estas unidades permitirá cobertura constante —día y noche— tanto en zonas urbanas como rurales y, por supuesto, en los sectores turísticos donde la percepción de seguridad es clave para la economía local. Las ambulancias que ahora estarán bajo el mando de policías capacitados no solo responderán a emergencias, también son un gesto de civilidad institucional: el uniforme azul no solo patrulla, también salva vidas.
Este movimiento táctico no es improvisado. En palabras de la alcaldesa, se trata de “un modelo integral que pone a Playa del Carmen a la vanguardia del país en materia de seguridad municipal”. Y aunque el camino es largo —la seguridad no se compra, se construye—, lo que hoy se ha dado es un paso firme hacia la recuperación de la confianza ciudadana.
La apuesta es clara: más que una flota, se está desplegando un mensaje. Playa del Carmen quiere dejar de ser vista como un destino de riesgo y empezar a ser reconocida como una ciudad que cuida lo más valioso: su gente.