septiembre 28, 2025

Paso En Falso

En Quintana Roo, cuando se va la luz, también se va la dignidad. Las comunidades de Raudales, Laguna Guerrero, El Naranjal y muchas más del sur del estado llevan años denunciando lo mismo: apagones interminables, transformadores que chispean como bengalas de feria, postes enterrados en maleza y una Comisión Federal de Electricidad que parece operar más por suerte que por mantenimiento. No es una exageración, es una emergencia. La pregunta es clara: ¿realmente está la CFE a la altura del reto de garantizar un servicio digno en esta región? A juzgar por los testimonios, la respuesta parece ser un rotundo no.

Y no se trata sólo de una cuestión técnica. Los apagones prolongados no son meras molestias, son atentados contra la salud, la educación, el sustento y la paz cotidiana. En un estado donde las temperaturas fácilmente superan los 30 grados por la noche, dejar sin electricidad a comunidades enteras es condenarlas al insomnio, al malestar, al riesgo sanitario. Hay familias con personas enfermas que dependen de aparatos médicos eléctricos. Hay niñas y niños que no pueden estudiar, trabajadores que no pueden producir, comerciantes que pierden su mercancía refrigerada. ¿Dónde queda entonces el tan cacareado «servicio público»?

Lo más indignante es la respuesta institucional: promesas vagas, omisiones sistemáticas y una burocracia que se lava las manos mientras los pueblos se quedan a oscuras. Cristina Torres, desde la Segob estatal, dice que se deben hacer los reportes directamente con su dependencia, pero los ciudadanos aseguran que ni así hay solución. Mientras tanto, la CFE sólo responde cuando la gente se planta en la calle, como ocurrió en Cancún. Si la única manera de ser escuchado es protestar o cerrar vialidades, entonces la institución no está cumpliendo con su razón de ser: servir.

Esta situación revela una dolorosa verdad: en la narrativa oficial, Quintana Roo es una joya turística, pero en la realidad, hay un sur olvidado, marginado, donde los servicios públicos son fantasmas. La CFE actúa como si abastecer energía fuera un favor y no un derecho. ¿Qué más tiene que pasar para que entiendan que la energía eléctrica es vital? No sólo para la comodidad, sino para la vida. Si no pueden garantizarlo, entonces es hora de exigir cambios reales, empezando por reconocer que el modelo actual, simplemente, no está funcionando. Porque el sur también es Quintana Roo, aunque a la CFE se le olvide.

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