Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- Una joven logró lo impensable: huir de sus captores y, con las últimas fuerzas que le quedaban, llegar por sus propios medios a la Cruz Roja de Cancún, ubicada en la región 21. Iba herida, con evidentes signos de violencia física y emocional, tras haber sido víctima de tortura en un domicilio particular, presuntamente a manos de un grupo criminal.
De acuerdo con los primeros reportes, la joven habría sido privada de su libertad en las inmediaciones del mercado El Parián, en la supermanzana 63, cuando acudía a un encuentro con una amiga. Fue interceptada y llevada a una vivienda cercana, en una zona conocida como El Crucero o Las Sirenitas, donde habría comenzado su calvario.
Allí, según versiones preliminares, fue brutalmente golpeada y sometida durante horas. No se conocen aún los motivos específicos del ataque ni si la víctima tenía algún vínculo con sus agresores, pero se presume que los responsables pertenecen a un grupo delictivo que opera en la zona.
A pesar de la gravedad de sus lesiones, la joven encontró una oportunidad y escapó. Caminó por varias calles —sin ayuda, sin rumbo claro, pero con una firme voluntad de sobrevivir— hasta llegar a la clínica de la Cruz Roja, donde fue atendida de emergencia por el personal médico.
La Fiscalía General del Estado ya abrió una carpeta de investigación para esclarecer los hechos. En tanto, colectivos de derechos humanos han manifestado su preocupación por este caso, que evidencia no solo la violencia que enfrentan muchas mujeres en la región, sino también la vulnerabilidad estructural en zonas como El Crucero, donde la presencia de grupos criminales es constante y las autoridades, a menudo, brillan por su ausencia.
Este hecho no es aislado. Es el eco de una realidad que se repite con alarmante frecuencia: mujeres que desaparecen, que son violentadas, que escapan cuando pueden y sobreviven cuando tienen suerte. Hoy, esta joven vive para contarlo. Pero la pregunta persiste: ¿cuántas no lo logran?
