julio 14, 2025


Columna / Quintana Roo Ahora

¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando a personajes como Juan Ignacio «El Chacho» García Zalvidea? ¿Cuántas veces más tiene que defraudar, engañar y reírse del sistema antes de que la justicia, por fin, le cierre la puerta y le tire la llave?

Este sujeto, exalcalde de Cancún, no es nuevo en el arte del fraude: ya en 2005 fue encarcelado por malversar cerca de 100 millones de pesos. ¿Y qué pasó? Salió, regresó, y hoy enfrenta cinco denuncias activas por fraude, robo y declaraciones falsas. A eso súmele una deuda de casi 12 millones de pesos y cheques sin fondos que, por sí solos, ya representarían la ruina financiera de cualquier ciudadano decente. Pero para él, parece ser solo otro día más en su agenda de trampas.

El colmo es que hay testimonios documentados en video de personas que confiaron en él —sí, confiaron en un exalcalde— y terminaron con deudas millonarias, autos entregados sin recibir un solo peso, y promesas falsas respaldadas con papeles sin valor. ¡Y todavía se atreve a seguir ofreciendo vehículos a bajo costo como si nada! ¿Qué clase de burla institucional estamos presenciando?

El caso más reciente: Javier Díaz, un ciudadano que cayó en sus redes durante años, creyendo en acuerdos comerciales limpios, y que hoy enfrenta pérdidas por más de 2 millones de pesos. A él, como a tantos otros, “Chacho” le pagó con promesas rotas, cheques rebotados y mentiras. Lo peor: no es un caso aislado, es un patrón. García Zalvidea es un estafador reincidente, un fósil de la corrupción que sigue respirando gracias a un sistema permisivo que protege a los suyos.

¿Y qué hace la justicia? ¿Qué hace el estado? Nada. Siguen dejándolo operar, acumular autos (¡tiene 40 registrados!) y circular como si nada, aunque algunos estén bloqueados por razones que nadie explica.

Los ciudadanos ya estamos hartos. Esta no es una simple denuncia. Es una exigencia: que las autoridades dejen de mirar hacia otro lado y pongan fin al descaro con traje político. Porque si “Chacho” sigue libre, no es porque sea más listo… es porque alguien se lo permite. Y eso, es igual de grave.

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