
Paso En Falso
Hay algo podrido en la política local de Cancún, y no es solo el olor a corrupción, sino el hedor más profundo del entreguismo. Dicen por ahí que fue el secretario del Ayuntamiento quien, presuntamente, propuso la venta de predios frente a Playa Marlín, en precabildeo, por instrucciones directas de la inquilina del Palacio de Gobierno. Y aunque la presidenta municipal Ana Paty Peralta no lo aprobó – de corazón -, aunque tampoco pudo oponerse. El plan ya estaba trazado: ante la rebelión de algunas regidoras morenistas, el oficialismo necesitaba votos prestados. ¿Y quién mejor que los siempre serviciales peones del PAN?
Sí, el Partido Acción Nacional, otrora bastión de contrapesos y “decencia” institucional, hoy actúa como corista en un coro dirigido por Morena. Reyna Tamayo, su dirigente estatal, ha convertido al PAN en una sombra de lo que fue. ¿La prueba? El voto a favor de los regidores panistas Olga Moo y Carlos Ávila para deshacerse de un bien público como Playa Marlín, sin titubeos ni decoro. Esos votos no fueron producto del debate ni del consenso ciudadano, sino de la obediencia ciega. Lo preocupante no es sólo el acto, sino el precedente: que la oposición prefiera rendirse antes que resistir.
Este intento fallido de venta dejó a la vista el verdadero rostro de la política en Cancún. Tres regidoras de Morena —Miriam Morales, Ivette Manjarrez y Silvana Córdova— tuvieron el valor de romper filas y votar en contra, impidiendo la mayoría calificada. Y mientras tanto, los panistas, en teoría opositores, se pusieron la camiseta del oficialismo sin el menor pudor. Lo justificaron con una “causa noble”: financiar obras en Alfredo V. Bonfil. Pero en realidad, lo que se vendía era algo más que tierra: se remataba la dignidad institucional. Y el PAN fue el martillo de esa subasta.
Este episodio revela una radiografía más amplia: el debilitamiento de los contrapesos en Quintana Roo. Cuando la oposición decide no ser oposición, el poder se convierte en autoritarismo vestido de eficacia. Playa Marlín se salvó —por ahora— no gracias al PAN, sino a tres regidoras que se atrevieron a desobedecer. Y mientras Tamayo sonríe por cumplir la misión, la ciudadanía observa cómo el azul se vuelve gris. La democracia, se tambalea cuando los partidos dejan de representar a la gente y se convierten en cómplices del poder, ese que dirige todo, supuestamente, desde el Palacio de Gobierno…