
Redacción / Quintana Roo Ahora
ESTADOS UNIDOS.- Texas vive una de las tragedias más devastadoras de su historia reciente. Una semana después de las inundaciones que azotaron el centro del estado el pasado 4 de julio —día en que más de 30 centímetros de lluvia cayeron en menos de una hora— el saldo provisional es estremecedor: al menos 120 personas muertas y 170 más siguen desaparecidas, según las autoridades locales.
El epicentro de la tragedia se encuentra en el condado de Kerr, donde se han confirmado 96 decesos, muchos de ellos niñas y jóvenes del campamento de verano Mystic, ubicado junto al río Guadalupe. El jefe de la Policía de Kerrville, Jonathan Lamb, confirmó que cinco menores y un monitor aún no han sido localizados. “El enfoque sigue siendo rescate y reunificación”, declaró Lamb, mientras cuerpos de emergencia continúan peinando los escombros y las aguas del río.
En medio del dolor, crece la indignación. Varios residentes han cuestionado a las autoridades por no ordenar evacuaciones preventivas, pese a las alertas meteorológicas que comenzaron a difundirse desde la 1:00 a.m. por el Servicio Nacional de Meteorología. Además, se ha denunciado que los monitores del campamento no contaban con equipos de comunicación adecuados como walkie-talkies, lo que habría dificultado la coordinación durante la emergencia.
La falta de preparación tiene antecedentes. El Departamento de Gestión de Emergencias de Texas reveló que hace más de una década, el estado rechazó en dos ocasiones los fondos federales para implementar un sistema de alerta temprana en el condado de Kerr, uno de los más expuestos a crecidas fluviales.
Este viernes, el presidente Donald Trump visitó la zona del desastre, acompañado por la primera dama Melania Trump. Se trata del evento más mortífero ocurrido en lo que va de su segundo mandato. Antes de partir hacia Texas, el mandatario calificó la situación como “horrible” y “difícil de creer”. Durante su estancia, se reunió con familiares de las víctimas, cuerpos de rescate y funcionarios locales.
El recorrido incluyó la base aérea de Lackland, en San Antonio, y el propio condado de Kerr, donde el mandatario escuchó de primera mano los reclamos ciudadanos por la lenta respuesta del gobierno estatal y local.
Mientras continúan los esfuerzos de búsqueda y la atención a damnificados, el país entero observa con atención lo que se perfila como una tragedia evitable que podría tener consecuencias políticas de largo alcance.