Redacción / Quintana Roo Ahora
La madrugada del martes, cerca de las 2:30 horas, Playa Delfines —uno de los miradores más visitados de Cancún— fue escenario de un violento ataque que dejó atónitos a turistas y ciudadanos presentes. Una mujer fue brutalmente agredida por su pareja sentimental, en un acto de violencia que fue presenciado, grabado y denunciado por testigos.
De acuerdo con lo relatado, la víctima llegó al mirador llorando y, tras unos minutos, descendió hacia la playa. Poco después, los gritos de auxilio alertaron a quienes se encontraban en el lugar, y al acercarse, observaron cómo un hombre golpeaba en el rostro a la joven con tal brutalidad que le provocó la pérdida de varias piezas dentales y una herida grave en el labio.
En medio del ataque, el agresor intentó cargarla y subirla a un vehículo para huir, pero visitantes intervinieron y evitaron que escapara. La víctima, entre llanto y dolor, suplicó ayuda y reveló que no era la primera vez que sufría violencia por parte del mismo individuo.
La pronta intervención ciudadana permitió que el sujeto fuera retenido hasta el arribo de la policía, que tomó control de la situación y turnó el caso a las autoridades correspondientes para su investigación.
Este nuevo caso ha desatado una oleada de indignación en redes sociales, donde se exige justicia y acciones concretas para frenar la violencia de género en el estado. La cifra oficial es contundente: de enero a julio de este año se han reportado 4 mil 553 casos de violencia familiar en Quintana Roo, lo que equivale a un promedio de 21 denuncias diarias.
Es decir, cada día, más de una veintena de familias se ven afectadas por episodios de violencia, en un contexto que demanda respuestas urgentes por parte de las instituciones encargadas de la prevención y atención.
El caso de Playa Delfines se suma a otro reciente hecho de alto impacto ocurrido en el fraccionamiento Paseos Nikté, donde un hombre en presunto estado de ira desató una agresión con arma de fuego contra su esposa embarazada y su hijo menor. Gracias a la pronta reacción vecinal y la intervención del Grupo Especializado en Atención a la Violencia Familiar y Género (GEAVIG), las víctimas fueron puestas a salvo.
Ambos episodios, ocurridos con apenas días de diferencia, evidencian que la violencia intrafamiliar y de género sigue siendo una bomba de tiempo en la entidad. Mientras las autoridades prometen reforzar la atención, la sociedad civil continúa siendo la primera línea de contención ante un problema estructural que cobra víctimas todos los días.
