Los gorilas estaban entre nosotros es el título del libro de Helios Prieto, chileno, que documenta cómo la Unidad Popular de Salvador Allende fue pavimentando el camino a la burguesía chilena para el golpe militar de septiembre de 1973. Cómo el gradualismo y, como diríamos en México, el buenondismo, propiciaron la derrota del proletariado, como menciona en su escrito.
Este país está más polarizado que nunca. Quien escribe estas líneas suele usar X, antes Twitter, como red social. La polarización está más evidente que nunca: el clasismo, el racismo, la insidia, la intriga, la especulación puesta como verdad absoluta e irrebatible. La derecha y sus esbirros, en un nado sincronizado, no sienten rubor al verse sus caras y sus pasados llenos de miseria y voracidad. Depredaron el erario, se repartieron el país hasta hacerlo el más desigual de América Latina, según la CEPAL. El 10% de los mexicanos ostenta el 90% del PIB, condenando a la mayoría de los mexicanos a la pobreza; para llevar a cabo su cometido, generaron instituciones “ciudadanas” que trascendían a los gobiernos electos pseudo democráticamente, ante la noción de que no pudieran sostener sus fraudes y perder más tarde el mando a través de los gobiernos títeres del PRI y del PAN. Los intereses económicos y los verdaderos dueños del país —que tristemente hoy se disputan con los grandes barones del narcotráfico— tienen la capacidad de mutarse para mantener intactos sus activos, su enorme patrimonio.
Al igual que en el libro, el experimento de gobiernos de izquierda puede zozobrar si se siguen manteniendo intactos los intereses del conservadurismo. Basta ver la crisis de las medicinas. Los medicamentos eran controlados por un grupo pequeño que encabeza el impresentable Roberto Madrazo y su familia, quienes vendían a precios irracionales la medicina al gran y mejor cliente que tienen: el gobierno federal. Ya han pasado seis años y la crisis no se supera del todo. Este es un pequeño ejemplo; el otro es el de los medios de comunicación y la infocracia de la que habla Byung-Chul Han, en la que la audiencia está recibiendo una información “peladita y en la boca”, a través de imágenes en las que ya no hay ni que pensar: ellos piensan por ti, tú… solamente asumes.
El gobierno no suele ser el partido; el partido puede estar representado en el gobierno, a veces. Los gobiernos tienen leyes que los rigen; los partidos tienen ideología. El gobierno requiere de la experticia de los funcionarios, de técnicos capaces y honestos, pero también es la distribución del botín político, y este se representa a través de la repartición y las concertaciones originadas en el acuerdo electoral. Un referente del movimiento de izquierda, y ahora funcionario de Morena, Paco Ignacio Taibo II, dice que Morena surge de una gran concertación en la que tuvieron que tragarse sapos. El problema es que los sapos se tragaron a Morena. Los santificaron, los reivindicaron y los pusieron a gobernar. Les dieron patente de corso en los gobiernos y desplazaron a los duros de izquierda por no ser técnicos. No les dan puestos en el gobierno, les dan cursos de formación política.
Así, la pseudoizquierda que gobierna, la pseudoclase política, está moteada de impresentables del pasado, de wannabes y de nuevos —pero muy nuevos— ricos que están pavimentando el regreso de la reacción y, con esto, la derrota del proletariado, tal como dice el prólogo del libro.
