septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CDMX.- Las cifras sorprenden: en Campeche se han registrado más de 38 mil posesiones en los últimos cuatro años; en Querétaro se han practicado cerca de mil procedimientos de expulsión de espíritus malignos; y en Cuernavaca se cuenta con un centenar de rituales realizados. Un mapa desigual de la actividad exorcista en México revela contrastes: mientras algunas diócesis reportan múltiples casos, en otras no se ha acreditado ninguno en décadas.

La Abadía Benedictina de Nuestra Señora de Los Ángeles, en Cuernavaca, realiza exorcismos dos veces por semana en una capilla exclusiva para este fin. En contraste, en la Diócesis de La Paz, Baja California Sur, no se ha registrado un solo caso en 24 años. Para algunos prelados, las posesiones son excepcionales; incluso, el obispo de Mazatlán, Mario Espinoza Contreras, considera que en realidad se trata de problemas de origen psiquiátrico.

A pesar de estas posturas, la práctica del exorcismo no ha desaparecido. Al contrario, en varios templos del país se han efectuado exorcismos colectivos, y durante la pandemia los reportes aumentaron de manera considerable. Para enfrentar la demanda, la Iglesia católica en México ha preparado nuevos exorcistas, implementado “call centers” y hasta promovido aplicaciones digitales que ofrecen oraciones de liberación desde un dispositivo móvil.

Morelos, epicentro del fenómeno

En la Diócesis de Cuernavaca hay actualmente cuatro exorcistas, dos diocesanos y dos benedictinos. El padre Hildebrando Casto Espinoza, abad de la orden de San Benito desde 2022, asegura que en la “capilla de la misericordia” se reciben casos de distintas partes de México y del extranjero. “Llevamos alrededor de 100 ovejitas diagnosticadas para exorcismo, con registro y cartas de consentimiento”, explica.

En contraste, Querétaro fue el estado con más casos durante la pandemia, cuando se reportaban hasta 20 rituales por semana. Campeche también vivió una oleada en 2022, con hasta 800 exorcismos y liberaciones semanales en el monasterio de Huayamón.

Clasificación del mal

La Iglesia distingue diferentes grados de influencia demoníaca: desde la “obsesión diabólica”, que consiste en ataques psicológicos, hasta “vejaciones” que derivan en daños físicos y emocionales. Existen también las llamadas “ataduras”, influencias ocultas que bloquean el desarrollo espiritual de la persona.

No todos los casos cumplen con los criterios para un exorcismo formal. El obispo de Saltillo, Hilario González García, refiere que de ocho posibles posesiones en año y medio, sólo dos fueron confirmadas; el resto fueron atendidas con equipos de oración.

Tecnología contra demonios

A nivel internacional, la Iglesia ha modernizado su respuesta. Desde 1999 actualizó su manual de exorcismos, y en Roma se organizan seminarios anuales para capacitar a sacerdotes en esta práctica. En Italia se creó un call center especializado, mientras que en Estados Unidos existe un centro que incluso desarrolla contenidos digitales.

México no se queda atrás: en 2015 se celebró un “magno exorcismo” colectivo en San Luis Potosí, encabezado por el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y el exorcista español José Antonio Fortea, quien ha advertido sobre una “infestación satánica” provocada por fenómenos como el aborto, la corrupción y el culto a la Santa Muerte.

Entre el mito y la historia

La imagen de la posesión, inmortalizada en la película El Exorcista, tiene raíces medievales. Casos como el de San Teófilo de Adana en el siglo VI o las leyendas de “endemoniados” en Guanajuato durante los años setenta en México, muestran que el relato de la lucha contra lo maligno se renueva en cada época.

Los registros históricos señalan incluso que el primer exorcismo en la Nueva España fue presenciado por fray Toribio de Benavente, “Motolinia”, durante el bautizo de un hijo de Moctezuma.

Hoy, la pregunta sigue abierta: ¿se trata de una batalla espiritual contra demonios o de un reflejo de problemas psicológicos y sociales? Para algunos, la posesión es un misterio de fe. Para otros, es un asunto médico. Lo cierto es que México, entre la devoción y la incredulidad, se mantiene como un territorio donde los exorcismos no son cosa del pasado.

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