Redacción / Quintana Roo Ahora
ESTADOS UNIDOS.- Estados Unidos vive un nuevo capítulo en la crisis que enfrenta el sector de comida rápida. Consolidated Burger Holdings, una de las mayores franquicias de Burger King en el país, se declaró en bancarrota tras acumular una deuda que supera los 37 millones de dólares.
Con sede en Florida y operando 57 restaurantes, la compañía no logró sortear la caída en el consumo, el aumento de los costos y las crecientes pérdidas operativas. La presión sobre la rentabilidad se intensificó en los últimos años, golpeando no solo a esta franquicia, sino a todo el ecosistema de la marca.
A través de un proceso de reestructuración bajo el Capítulo 11 de la ley de quiebras de EE. UU., la empresa continuará operando mientras busca vender sus activos. La medida busca dar un respiro financiero y evitar el cierre inmediato de los establecimientos.
Este caso no es aislado. En meses recientes, otras grandes operadoras de Burger King también se han visto obligadas a declararse en quiebra, un reflejo de las tensiones que atraviesa la industria del fast food en un contexto de inflación, cambios en los hábitos de consumo y competencia cada vez más feroz.
Analistas del sector advierten que, si las cadenas no logran adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores —como menús más saludables, mejoras en la experiencia digital y precios competitivos—, más quiebras podrían estar en el horizonte.
La incógnita ahora es si esta crisis de franquicias de Burger King se mantendrá como un problema interno de la marca o si terminará salpicando a otros gigantes del mercado, como McDonald’s o Wendy’s, que enfrentan retos similares.
