octubre 27, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CDMX.- Para quienes crecimos viendo “El Chavo del 8” y “El Chapulín Colorado”, Roberto Gómez Bolaños —mejor conocido como “Chespirito”— no solo fue un ícono de la comedia mexicana, sino también un gigante creativo que dejó una huella imborrable en la cultura popular. Pero más allá de la sonrisa que provocaba en millones, su nombre resonaba con fuerza en los pasillos de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), donde su obra representaba la mayor fuente de ingresos por regalías para los escritores.

Mauricio Castillo, actor y escritor que junto con figuras como Adal Ramones y Yordi Rosado marcó una época dorada con el programa “Otro rollo”, compartió una revelación que dejó boquiabiertos a muchos: la cantidad millonaria que Chespirito cobraba solo por derechos de autor.

En la emisión “Conversaciones con Fernando Suárez Serna y Adrián Marcelo”, Castillo recordó con detalle una reunión de la SOGEM de hace más de veinte años, donde quedó impactado al conocer el informe financiero. Víctor Hugo Rascón Banda, entonces presidente de la sociedad y dramaturgo de renombre, expuso ante cerca de 40 escritores que la recaudación total era de 8 millones de pesos, pero con un giro inesperado: 5 millones correspondían a las regalías que generaba exclusivamente Roberto Gómez Bolaños, mientras que los otros 3 millones se dividían entre todos los demás autores.

“Me fui de espaldas, dije ‘¡No mam…!’ y volteé hacia Mauricio Jalife para preguntarle en broma qué estaban haciendo mal,” contó entre risas Castillo, evidenciando la disparidad que puede existir incluso entre talentos reconocidos.

Pero más allá de las cifras, esa reunión dejó para él un recuerdo entrañable: el reconocimiento directo de Chespirito hacia su trabajo. El creador de los personajes más entrañables del humor mexicano le expresó su admiración por el “Doctor Ceballos”, personaje de Castillo en “Otro rollo”, destacando especialmente el manejo del lenguaje médico, inspirado en la profesión de su padre.

“Salí muy feliz de ahí, para mí fue oro puro que Roberto supiera quién soy y le gustara algo que hice,” confesó orgulloso.

Esta anécdota no solo revela la magnitud del legado económico y creativo de Gómez Bolaños, sino que también pone sobre la mesa una reflexión sobre la industria cultural en México: ¿cómo se distribuyen los ingresos que genera el trabajo intelectual? ¿Qué tanto valoramos y apoyamos a quienes, como Chespirito, se convierten en faros culturales y económicos?

En tiempos donde la protección de los derechos de autor es más relevante que nunca, esta historia nos recuerda la importancia de la SOGEM y otras entidades en la defensa y gestión de las regalías, así como la necesidad de reconocer el valor real detrás de cada creación que, con humor o con seriedad, enriquece nuestra identidad.

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