octubre 27, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

TEL AVIV.- Una explosión de indignación y esperanza llenó las avenidas de la ciudad. Decenas de miles de israelíes, algunas fuentes citan hasta 100 000 manifestantes según un grupo de familias de rehenes, salieron a exigir un alto al fuego inmediato y la liberación de quienes aún están cautivos en Gaza, en respuesta al anuncio de ocupación militar de la ciudad de Gaza por parte del gabinete de seguridad israelí.

La manifestación, organizada por el Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos, se convirtió en un clamor colectivo contra el avance bélico que podría poner en riesgo las vidas de los rehenes restantes. Testimonios desgarradores como el de Lishay Miran Lavi, esposa de un rehén —“Esto no es solo una decisión militar. Podría ser una sentencia de muerte para quienes más queremos”—, le pusieron rostro humano al dolor.

Además, voces que relataban desde experiencias cargadas de dolor, como la liberada Sharon Aloni-Cunio, acusaron al gobierno de Netanyahu de sacrificar a los rehenes: “Ya ni siquiera fingen que están haciendo esto por los secuestrados. Declaran abiertamente que están dispuestos a sacrificarlos”.

Las protestas fueron intensas: hubo cortes de vías, hogueras, neumáticos quemados y enfrentamientos con la policía, que arrestó a al menos nueve personas por desobediencia o por lanzar gases lacrimógenos contra los agentes.

La oposición no proviene solo del pueblo: sectores del estamento militar expresan fuertes reservas, y voces desde el extranjero alertan que una operación de este tipo podría ser el “Vietnam” de Israel. A la par, la ONU califica la situación humanitaria en Gaza como de “hambre pura y simple”, mientras la cifra de niños muertos por desnutrición alcanza niveles estremecedores.

En esta manifestación, mujeres como Lavi, Aloni-Cunio y muchas otras se transformaron en portadoras del reclamo fundamental de justicia y humanidad. No solo expresaron un sufrimiento personal y colectivo, sino que denunciaron las lógicas patriarcales de la guerra y el poder, aquellas que priorizan estrategias militares dañinas por sobre la vida —especialmente la de quienes son madres, esposas, hermanas— reforzando que detrás de cada “alto al fuego” hay quienes arriesgan su propia cordura frente a la indiferencia institucional.

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