
En este mes de septiembre se han ido para siempre dos personajes de la historia moderna de Quintana Roo. El 2 de septiembre falleció a los 80 años el Lic. Mario Ramírez Canul. Fue diputado Constituyente de nuestro Estado en 1974. Fue parte del grupo selecto al que le tocó promulgar la Constitución del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo. De larga trayectoria en la función pública y en la política. El 14 de septiembre, a los 91 años, fallece el Lic. Jesús Martínez Ross, quien tuviera el honor de ser el primer gobernador constitucional de nuestro Estado. Ambos, distinguidos chetumaleños formados en las aulas de la UNAM y quienes fueron gente cercana al pueblo. Tuve el honor de conocerlos a los dos. Con Mario Ramírez fui compañero de gabinete municipal; con Don Chucho, como le decían con afecto, solía verlo en Isla Mujeres, pues allá vivía parte de su familia y tenía desde hace muchos años un conocido centro de hospedaje.
A estos personajes, y muchos otros más, les tocó materializar la construcción de un Estado que muchos hombres y mujeres de los tiempos duros anhelaron tener. Esta parte sur de una gran nación, que ha pasado por ser la cuna del mestizaje con Gonzalo Guerrero e Ix Chel Can, a ser escenario de una de las guerras más importantes no contadas de este país y que duró casi 50 años: la Guerra de Castas. Un estudioso del tema, Sergio Caballero, menciona que la migración producto de esta guerra, que tiene como epicentro Chan Santa Cruz —hoy Felipe Carrillo Puerto—, será el punto de partida del territorio que a la postre será el Estado de Quintana Roo.
El regreso de Belice de los que huyeron de la Guerra de Castas a Payo Obispo, el pontón Chactemal y el vicealmirante Othón Pompeyo Blanco, la anexión a Yucatán de nueva cuenta, el Comité Pro Territorio, Lázaro Cárdenas y el regreso del Territorio; de la explotación del chicle a la madera; de la zona libre, de la tragedia del ciclón Janet y sus incontables víctimas, y del por fin Estado de Quintana Roo y su gran capital, Chetumal. Ese Chetumal al que quienes nacimos en este Estado le profesamos un gran cariño. El lugar donde hervía el comercio de importación, la política y la grilla estatal; en donde se otorgaban las concesiones y patentes, se asignaban puestos y encargos, se decidían futuros políticos. Allí se concentraba la capital económica y política de Quintana Roo.
Me tocó cantar la estrofa del Himno a Quintana Roo del maestro Iván Suárez Caamal, que decía: siete haces son tus municipios, siete haces de luz ascendente…, porque ese era el número de municipios cuando se constituyó nuestro Estado. Después vino Cancún y su desarrollo turístico imparable que, junto con Playa del Carmen, inclinó la balanza económica y política hacia el norte del Estado, pintando literalmente una raya entre el norte y el sur. La zona maya sigue siendo la parte más pobre del Estado. Aun la milenaria Tulum y su desarrollo actual no logran generar índices de bienestar para las comunidades mayas, los mayas que parecieran una nación superpuesta en los municipios que lo dividen geopolíticamente, pero no culturalmente.
El Quintana Roo de ahora entraña muchos retos: crecimiento desmedido, delincuencia imparable, devastación del medio ambiente, etc. ¿Tiene nuestro Estado una clase política que pueda hacer frente a estos retos?