Paso En Falso
El Pleno del Tribunal Superior de Justicia de Quintana Roo volvió a jugar con fuego. En la madrugada, casi como quien toma decisiones al amparo de la penumbra, eligieron unánimemente a Heyden Cebada Rivas como presidente por un período de cuatro años, lo que lo mantendrá en el poder hasta 2029. La paradoja es evidente: justo en el arranque de una “nueva etapa” del Poder Judicial, con nueve de las once magistraturas renovadas, lo primero que se hace es reciclar al mismo rostro que ya ocupó la presidencia de 2022 a 2025. Un déjà vu institucional que suena más a continuidad de viejas prácticas que a un verdadero cambio.
Lo más alarmante no es la reelección en sí, sino lo que representa. Heyden Cebada no es un personaje exento de señalamientos: su nombre se ha visto en la sombra de casos cuestionables, como su presunta intervención en el conflicto personal de Paola Moreno y Emiliano Ramos, donde el poder judicial terminó convertido en herramienta de venganza personal. En lugar de ser frenado o investigado, pareciera que cada controversia funciona como escalón para extender su permanencia. El mensaje es devastador: en Quintana Roo, la impunidad no sólo no se castiga, sino que se premia.
A esto se suma la presencia de figuras como José de la Peña Ruiz de Chávez, quien estará en el cargo hasta 2033, a pesar de haber aparecido en los registros de la Unidad de Inteligencia Financiera con cuentas congeladas por presuntos nexos con una red criminal internacional en el pasado, además del caso de la concesión del servicio de recolección de basura a Carlos Canabal con los “basureros inteligentes”, en el cual, Heyden Cebada, era el síndico en turno en Cancún. ¿Cómo puede hablarse de legitimidad en un tribunal que alberga a magistrados con historiales tan manchados? El Poder Judicial debería ser el contrapeso ético del Estado, pero en este escenario se convierte en un engranaje más del sistema de complicidades que tanto daño ha hecho a la democracia y a la confianza ciudadana.
La pregunta obligada es: ¿qué está en juego en Quintana Roo con esta clase de nombramientos? La justicia, en teoría, debería ser el terreno donde los poderosos encuentran límites. Pero hoy luce como el espacio donde se blindan sus privilegios. La ciudadanía necesita un Poder Judicial fuerte, imparcial y limpio, no uno secuestrado por intereses personales y redes de corrupción. De seguir este camino, la “nueva etapa” no será más que un disfraz para el mismo viejo guion: jueces eternos que, en lugar de servir a la justicia, la ponen al servicio de quienes más poder acumulan.
