octubre 13, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

¡Basta de indiferencia! Las cámaras no mienten: una mujer parió en la vía pública, depositó a su bebé ensangrentado sobre el asfalto y se alejó como si su llanto fuera un estorbo. ¿En qué momento dejamos que la desidia y el silencio normalizaran un acto tan aterrador?

Ese recién nacido, frágil y cubierto de sangre, estuvo a segundos de ser aplastado por un auto. Pero apareció un hombre en bicicleta, anónimo héroe, y lo salvó con manos temblorosas. ¿Dónde estaban los demás peatones? ¿Por qué nadie alzó la voz ni alargó un brazo antes de que el llanto se apagara para siempre?

La madre, cuya desesperación o locura no justifica el abandono, ahora es buscada por la justicia. Y con razón: exponer a un bebé a la muerte es un delito y una traición al pacto básico de la humanidad. ¿Qué le pasó por la cabeza para elegir el asfalto en lugar de pedir ayuda?

Es urgente que rompamos el pacto de miradas esquivas. No podemos seguir permitiendo que vidas inimaginablemente frágiles cuelguen de un hilo —o de la caridad de un desconocido— mientras la comunidad calla. Exigimos protocolos reales de apoyo a madres en crisis, rutas seguras para partos de emergencia y sanciones contundentes.

Porque en un mundo que a veces se deshace, no basta con sobrevivir: hay que despertar la empatía adormecida. Y castigar con severidad el abandono deliberado. Solo así garantizaremos que ningún recién nacido vuelva a quedar tirado bajo las ruedas de la indiferencia.

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