
Redacción / Quintana Roo Ahora
Playa del Carmen.– La historia de la doctora Cindy “N”, señalada días atrás por presuntamente agredir a una madre de familia en el IMSS 18 de Playa del Carmen, dio un giro inquietante: fue hallada presuntamente inconsciente afuera de su vivienda en la calle 40 con Flamencos, en lo que parece ser un nuevo capítulo de un caso que mezcla exposición pública, violencia y salud mental.
De acuerdo con el reporte policial, elementos de la Policía Turística, el Grupo Especializado de Atención a la Violencia Familiar y de Género (GEAVIG) y paramédicos de Protección Civil acudieron al sitio tras recibir un llamado de auxilio. Al llegar, encontraron a la doctora inmóvil y sin responder a estímulos. Pero al acercarse los paramédicos, la mujer comenzó a orar en voz alta y, de forma desconcertante, se negó a recibir cualquier tipo de asistencia, pidiendo incluso que el personal de emergencia se retirara.
El caso quedó bajo seguimiento del grupo GEAVIG, que evaluará la necesidad de acompañamiento psicológico y la posible certificación médica que permita esclarecer si lo ocurrido fue un episodio emocional o un evento de otra naturaleza.
La doctora había sido blanco de una fuerte ola de señalamientos en redes sociales, luego de que circulara un video donde aparentemente agredía a familiares de un menor que exigían atención médica en el IMSS de Villamar 2. La viralización del material generó indignación, juicios sumarios y amenazas, pero también abrió un debate sobre el estrés laboral y las condiciones de quienes trabajan en el sistema de salud.
Horas antes de su hallazgo, la médica difundió un video breve en el que, acompañada de una médico legista, mostró los moretones que —según dijo— le dejaron los familiares del menor. En esa misma grabación acusó a su compañera de vivienda de haberla golpeado tras la difusión del video y señaló que, pese a haber llamado a la policía, los agentes no intervinieron.
Mientras tanto, el Instituto Mexicano del Seguro Social informó que continúa con las investigaciones internas para deslindar responsabilidades y aplicar las sanciones correspondientes conforme a su reglamento y código de ética.
El caso de la doctora Cindy “N” se ha convertido en una radiografía incómoda de cómo el linchamiento digital, la presión institucional y la violencia cotidiana pueden entrelazarse, dejando de lado lo esencial: la necesidad de justicia y de salud emocional para todos los involucrados.