Paso En Falso
La salida anunciada de Sky Airlines de la ruta Lima–Cancún no es un dato aislado ni un simple vaivén del mercado aéreo: es el síntoma visible de una política migratoria torpe y de cargas regulatorias que se acumulan como piedras en la pista. La aerolínea admite que la caída en la demanda comenzó después de exigir visas a pasajeros peruanos y de encarecer el tránsito con la nueva TUUA. El mensaje es clarísimo: cuando tienes un corredor turístico funcionando —cuatro años y más de 427 mil pasajeros— y lo empiezas a obstruir con burocracia y tarifas, el flujo se rompe. Y cuando el flujo se rompe, el ingreso se evapora.
Pero en México seguimos actuando como si el turismo fuera un ecosistema eterno, inmune a los golpes de la improvisación. En vez de reconocer que la conectividad aérea es un eslabón frágil, preferimos tratarla como si los aviones fueran peregrinos que llegarán de todos modos. Sky no se va por capricho; se va porque sus números ya no sostienen la ruta. Y cuando una empresa que compite a filo de márgenes decide cerrar, no hay discurso gubernamental que pueda disfrazarlo de “reacomodo”.
A esto se suma el dato duro del STARC: Cancún no sólo perdió pasajeros en esta ruta; seis de las diez principales conexiones vienen en caída, todas con Estados Unidos, nuestro mercado más determinante. No es una curva accidental: Chicago -15%, Denver -11%, Dallas -5.8%, Nueva York -3.6%, Atlanta -2.5%, Houston -0.8%. Es una tendencia. Y cuando una tendencia cruza fronteras, deja de ser “casualidad” y empieza a llamarse “alerta”.
Pero el discurso oficial sigue enamorado de las inauguraciones y no de los datos. El turismo, ese motor al que Quintana Roo le debe su respiración fiscal, no colapsa de golpe: se desangra por desatención. El aviso de Sky no es un cierre de ruta: es un recordatorio brutal de que el turismo no se sostiene con discursos patrióticos sino con política pública inteligente, costos razonables, seguridad jurídica y no tratar al visitante como sospechoso por defecto. Si no entendemos eso, otras aerolíneas harán lo mismo, en silencio y sin disculparse. Porque los aviones vuelan donde conviene, no donde nos conviene creer.
