noviembre 3, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

Quintana Roo.- Gregorio Gabriel García González, un joven de 22 años originario de Ecatepec, Estado de México, desapareció un día antes de su cumpleaños, el 17 de diciembre de 2024, en el estado de Quintana Roo. La historia de su ausencia se desarrolla en un entorno paradisíaco, popular entre turistas, que contrasta dramáticamente con el infierno que vive su familia en su búsqueda.

Gregorio Gabriel, a quien su familia llama Gabriel o Gabi, era un joven emprendedor y tranquilo. Tras terminar la preparatoria, se enfocó en la venta de ropa, tenis y accesorios por internet para mantenerse. Con el deseo de superarse económicamente, se había mudado primero a Mérida, Yucatán, a vivir con su tía y ayudarle en la venta de comida.

Estando en Mérida, Gabriel se reencontró a través de redes sociales con un viejo amigo de Ecatepec, Ángel, quien lo convenció de unirse a un nuevo negocio: vender celulares y accesorios de telefonía en las playas de Quintana Roo. Gabriel aceptó la invitación y se mudó a Playa del Carmen para vivir con la familia de este amigo (su madre y hermana), cuya pareja sentimental, un hombre al que el padre de Gabi conocía de vista de la infancia en Ecatepec, era quien les proveía los equipos para la venta.

La noche del 16 de diciembre, el padre de Gabriel, también llamado Gabriel, se comunicó con su hijo, como lo hacía a diario, para enviarle dinero por su cumpleaños. Al día siguiente, 17 de diciembre, el padre se extrañó de no recibir el habitual mensaje de buenos días de su hijo y notó que sus mensajes ya no llegaban al celular de Gabi.

Al contactar a Ángel, el amigo, este le dijo que Gabriel había salido a vender con el hombre que les proveía los celulares y que no había regresado al punto de reunión acordado en Akumal, una zona turística de la Riviera Maya. El padre de Gabriel se enteró posteriormente de que la última comunicación de su hijo había sido con esta persona, a quien le habría solicitado otro equipo antes de que su llamada se cortara y su celular se apagara, supuestamente por una batería baja o un fallo.

El amigo de Gabriel hizo la denuncia, pero con una versión diferente, afirmando que su hijo había salido a una entrevista de trabajo, una coartada que el padre desconoce y que ha generado desconfianza debido a la existencia de dos declaraciones distintas.

Han pasado nueve meses desde la desaparición de Gregorio Gabriel. Su padre, el señor Gabriel García Ramos, viaja constantemente desde el Estado de México a Quintana Roo para impulsar la búsqueda, asumiendo los altos costos económicos y el desgaste emocional que implica.

El señor Gabriel acudió al lugar dos días después de la desaparición, pero no obtuvo respuestas claras en la zona de Akumal, un sitio con cámaras de seguridad (incluyendo las del C5) que, en su momento, no proporcionaron videos útiles. En la carpeta de investigación, solo consta una declaración por parte del amigo y de la familia con la que vivía Gabriel. Las inconsistencias y la falta de colaboración posterior del círculo cercano de su hijo han levantado serias sospechas en el padre.

A pesar de la falta de resultados por parte de las autoridades y de la nula ayuda de los asesores, el señor Gabriel continúa la búsqueda, pegando fichas y explorando la zona, a pesar de los peligros de la selva y la desconfianza hacia los capitalinos en la región.

El señor Gabriel mantiene viva la esperanza de encontrar a su hijo con vida, pero implora a quien sea que lo tenga, que lo libere o, en caso de haberle hecho daño, que al menos le dé un rastro o la ubicación de su cuerpo, para poner fin a la incertidumbre. Pide a la gente que vea la fotografía de su hijo y ayude a difundir su caso, recordándoles que en esos lugares turísticos también existe un «infierno» de ausencias y personas desaparecidas.

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