noviembre 25, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora


Tulum, QR.- La reciente visita de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) a Tulum destapó públicamente lo que muchos habitantes y trabajadores del municipio han denunciado durante años: una zona turística convertida en tierra de nadie, donde hoteleros, restauranteros y grandes cadenas operan sin freno gracias a la complacencia —y presuntos sobornos— a las autoridades municipales encabezadas por el presidente Diego Castañón Trejo.

Los hallazgos fueron contundentes.
Tulum se ha transformado en un laboratorio de abuso donde los precios dejaron de tener relación con la realidad. Hamburguesas en 400 pesos, tacos al mismo precio, quesadillas que rozan los 300 y guacamoles que alcanzan cifras ridículas confirman un modelo de negocio basado en exprimir al visitante.

Las cadenas de conveniencia tampoco se quedaron atrás. OXXO, 7-Eleven y especialmente GO MART aprovecharon la necesidad básica de turistas y trabajadores para fijar precios muy por encima de los promedios, sin ofrecer nada extraordinario. Para quienes viven ahí, esto no fue sorpresa: GO MART es conocida por sus tarifas elevadas desde hace años.

El abuso también llega al llamado Parque del Jaguar. Hoteles que presumen exclusividad venden habitaciones sencillas entre 3,500 y 10,000 pesos la noche, mientras que las dobles superan los 13,000, sin que el servicio corresponda a lo que debería considerarse un auténtico lujo. Y todo esto ocurre mientras, a solo unas cuadras, en el centro de Tulum, hospedarse cuesta entre 600 y 1,400 pesos.

Profeco confirmó lo que ya era un secreto a voces. Los sellos de suspensión colocados en establecimientos como Diamante K, Pocna Tulum, Villa Pescadores y Cabañas Playa Condesa exponen un sistema de operación plagado de irregularidades:

  • No muestran tarifas
  • Cobran en moneda extranjera
  • Inducen a la propina
  • Evaden comprobantes
  • Presentan menús sin precios

Una serie de prácticas que no solo engañan al consumidor, sino que violan abiertamente la normativa comercial.

Lo más grave es que estos abusos no se dan en la sombra. Restaurantes que se venden como “experiencias locales” replican los mismos hábitos depredadores, los mismos que Profeco ha documentado una y otra vez. Todo bajo el amparo de una administración municipal que mira hacia otro lado, o peor aún, que participa en la red de permisividad que sostiene este modelo inflado y corrupto.

La visita de Profeco solo confirmó lo que Tulum vive día a día: un destino secuestrado por la avaricia y la omisión, donde la autoridad municipal —encabezada por Diego Castañón Trejo— ha permitido que la ley sea un simple adorno mientras los abusos quedan impunes.

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