A pesar de la contracción de 0.3% de la economía mexicana en el tercer trimestre de 2025 y del impacto directo que esto tiene en el turismo nacional —que representa cerca del 35.8% del total de visitantes al Caribe Mexicano—, el cierre del año abre una ventana real de esperanza para los destinos del Caribe, incluso para aquellos que han resentido con mayor fuerza la “mala temporada”, como Tulum.
Si miramos más allá de México, el contexto regional y global ayuda a poner las cosas en perspectiva. De acuerdo con estimaciones recientes para América Latina y el Caribe, la región crecería alrededor de 2.2–2.5% en 2025, con el Caribe (excluyendo a Guyana) avanzando en torno a 1.8–2.5%. Es un crecimiento moderado, marcado por la desaceleración respecto a 2024 y por riesgos globales (tensiones geopolíticas, volatilidad financiera, inflación aún alta en algunos países), pero sigue siendo crecimiento: no se trata de una crisis generalizada, sino de una fase de ajuste y aterrizaje suave después del rebote post‑pandemia.
En el plano global, la economía mundial continúa expandiéndose a un ritmo moderado. Pese a los desafíos —conflictos regionales, encarecimiento del crédito, presiones inflacionarias—, el comercio internacional se mantiene activo y sectores como servicios, tecnología y turismo muestran resiliencia. ONU Turismo y otros organismos internacionales coinciden en que el turismo mundial en 2025 se encuentra ya muy cerca, o incluso por encima, de los niveles previos a la pandemia, con un fuerte empuje en las economías en desarrollo y en destinos de sol y playa. Es en este contexto donde se inscribe lo que está ocurriendo en el Caribe Americano.
El conjunto del Caribe —desde las islas hasta los destinos continentales— se está “enganchando” al tirón del turismo mundial. Las cifras de exportaciones de bienes de la región han crecido alrededor de 4.6% interanual en el primer semestre de 2025, señal de que la demanda externa sigue viva. En turismo, muchos países caribeños registran incrementos de llegadas internacionales, impulsados por tres factores clave:
1) la fortaleza relativa del dólar canadiense y estadounidense frente a varias monedas locales;
2) la reconfiguración de rutas aéreas que favorece conexiones más directas;
3) la necesidad psicológica del viajero global de “escapar” a destinos cálidos, seguros y relativamente cercanos.
El Caribe insular ha logrado capitalizar esta tendencia, con buenas ocupaciones en varios destinos tradicionales. Sin embargo, también enfrenta sus propios retos: infraestructura limitada en algunas islas, alta dependencia del turismo, vulnerabilidad climática y una competencia creciente por el mismo mercado norteamericano. En este tablero, el Caribe Mexicano tiene una ventaja competitiva clara: escala, conectividad, diversidad de producto y una relación calidad‑precio muy atractiva para el visitante de Canadá y del norte de Estados Unidos.
Volviendo a México, el bache económico interno y la debilidad del turismo nacional —que pesa casi 36% en la región— han frenado la recuperación en todos los polos del Caribe Mexicano y han mostrado sus fauces más agresivas en el caso de Tulum. Sin embargo, cuando se observa el mapa completo, la historia cambia de tono. Mientras el mercado doméstico se ajusta, la demanda internacional, especialmente la que viene “huyendo del frío”, se perfila como el gran aliado para el cierre de 2025.
Los viajeros procedentes de Canadá y del norte de Estados Unidos se están beneficiando de un contexto global en el que:
- sus economías, aunque tensionadas, siguen evitando caídas fuertes,
- el empleo se mantiene relativamente sólido,
- y los hogares priorizan el gasto en experiencias y viajes después de varios años de incertidumbre.
Para ellos, el Caribe Mexicano sigue siendo una apuesta segura: clima idóneo en pleno invierno, accesibilidad aérea, infraestructura desarrollada, y una oferta que combina playas, cultura, gastronomía y naturaleza. Esto coloca a la región, y en particular a destinos como Cancún, Riviera Maya y Tulum, en una posición privilegiada para absorber parte del flujo turístico que también buscan Jamaica, República Dominicana, Bahamas o las Antillas Menores.
En el caso específico de Tulum, donde la temporada difícil ha sido más evidente, el contexto global y regional brinda razones concretas para mantener el ánimo:
- El reposicionamiento hacia un turismo de mayor valor agregado —wellness, gastronomía, experiencias mayas, naturaleza y cultura— encaja muy bien con el perfil del viajero internacional de ingresos medios y altos, sobre todo canadiense y estadounidense.
- La mejora de la conectividad aérea y terrestre en el sureste mexicano, en un entorno mundial donde las aerolíneas buscan rutas rentables hacia destinos consolidados, facilita que Tulum y su zona de influencia estén cada vez más presentes en la mente del viajero global.
- En una economía mundial que sigue creciendo, aunque a menor ritmo, muchos viajeros regresan a lugares que ya conocen y perciben como seguros, lo que da una ventaja a los destinos que han construido marca durante años, como el Caribe Mexicano.
Así, mientras el Caribe en su conjunto avanza con un crecimiento moderado y la economía global sortea riesgos sin caer en una recesión generalizada, el Caribe Mexicano tiene la oportunidad de transformar un año complejo en un punto de inflexión. La contracción económica mexicana ha obligado a ser más creativos, a profesionalizar la promoción, a afinar las estrategias de precios y a diseñar experiencias con mayor valor percibido. El flujo esperado de turismo de frío al cierre de año puede no solo mejorar las cifras, sino también devolver confianza a empresarios, trabajadores y comunidades locales.
2025, entonces, puede ser recordado no solo como un año difícil, sino como el año en que el Caribe Mexicano, en sintonía con el resto del Caribe Americano y respaldado por una economía mundial que sigue avanzando, aprovechó la fuerza del invierno norteamericano para encender de nuevo sus motores. El cierre del año no será mágico, pero sí puede ser dignamente mejor de lo previsto, y servir como plataforma para una temporada 2026 más sólida, más estratégica y mejor alineada con las tendencias globales del turismo.

