Redacción / Quintana Roo Ahora
Estados Unidos.- En uno de los episodios más insólitos incluso para los estándares del crimen organizado mexicano, Joaquín Guzmán López —hijo del Chapo— se declaró culpable en una corte federal de Chicago por secuestrar a Ismael “El Mayo” Zambada García y entregarlo a las autoridades estadounidenses, un hecho que el año pasado muchos consideraron imposible, cuando no abiertamente inverosímil.
Durante la audiencia del lunes, el también integrante de “Los Chapitos” admitió haber engañado al veterano capo para sacarlo de su refugio en las montañas de Sinaloa. Según la acusación, lo condujo a lo que Zambada creía que sería una reunión política, pero terminó con una bolsa en la cabeza, las manos sujetas con cinchos y un vuelo discretamente trazado hacia un aeropuerto cercano a El Paso, donde agentes federales lo esperaban.
La declaración de culpabilidad golpea de nuevo al Cártel de Sinaloa, debilitado por la presión combinada del gobierno mexicano, rivales armados y fracturas internas. Tanto, que el año pasado sus líderes pactaron una alianza inédita con el Cártel Jalisco Nueva Generación, intercambiando territorios y favores para sobrevivir en un tablero criminal cada vez más volátil.
El caso avanza en un momento contradictorio para la estrategia antidrogas del gobierno de Donald Trump. Mientras la Casa Blanca presume mano dura contra Venezuela para frenar el tráfico de narcóticos, el presidente anunció el indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por recibir sobornos del propio Chapo. Un golpe de realidad que revela las fisuras políticas detrás de la “guerra contra las drogas”.
Guzmán López enfrenta cargos incluidos en una acusación presentada en 2023, donde fiscales estadounidenses lo señalan como pieza clave en la logística global de Los Chapitos, operación que desde 2008 movió cocaína, heroína, metanfetamina, fentanilo y marihuana hacia Estados Unidos. Su hermano Ovidio ya se declaró culpable en julio y colabora con el gobierno federal, aunque no hay claridad sobre la magnitud de la información aportada.
En la audiencia, los fiscales revelaron que Joaquín también ha colaborado y recomendaron una pena mínima de 10 años. Su abogado, Jeffrey Lichtman, señaló que aún no está definido cuál será la sentencia final. Mientras tanto, los otros dos hijos mayores del Chapo —Iván Archivaldo y Jesús Alfredo— siguen prófugos en México, buscando protección en un ecosistema criminal donde cada alianza es apenas un respiro temporal.
El detalle más cinematográfico del expediente sigue siendo el secuestro del Mayo. Según una fuente vinculada al caso, el FBI no participó ni aprobó el plan, aunque ocurrió después de que Guzmán López estableciera contacto con la agencia por un canal secreto. Lo que sí está claro es que, pese a las expectativas del joven capo, ni él ni Ovidio recibirán “crédito” legal por entregar a Zambada.
En un mundo donde la traición es moneda corriente y la justicia avanza a trompicones, el juicio de Chicago deja ver que incluso los imperios criminales más longevos pueden desmoronarse desde adentro. Aquí, la caída no vino por un operativo espectacular, sino por una traición con apellido conocido.
