Redacción / Quintana Roo Ahora
Cancún, QR.- En Cancún hay tortugas que viven menos que ciertos funcionarios municipales. Y no porque les falte cuidado ambiental, sino porque algunos personajes han logrado lo imposible: sobrevivir a tres administraciones, dos colores políticos, una investigación judicial y un cártel inmobiliario… sin despeinarse. Uno de ellos es, por supuesto, Eduardo “Salamy” Kuyoc Rodríguez, el funcionario que demuestra que en la política local hay vidas infinitas, estilo videojuego, siempre que se cuente con los “amigos correctos”.
Porque, siendo sinceros, si existiera un libro titulado “Cómo Permanecer en el Poder Aunque Todo Apunte a Que No Deberías”, Kuyoc sería el autor, editor, protagonista y probablemente el distribuidor oficial.
Desde su tiempo en el PAN, pasando por Movimiento Ciudadano y aterrizando, por fin, en los brazos amorosos del Partido Verde, Kuyoc ha tenido una habilidad que ni los mejores prestidigitadores: hacer desaparecer expedientes incómodos, denuncias, cuestionamientos… y hasta propiedades ajenas, según múltiples investigaciones.
Que nadie se engañe: su ascenso no fue un golpe de suerte. Fue ingeniería política pura. En los tiempos de Carlos Joaquín encontró pista de despegue, y luego, desde la dirección de Ingresos Coordinados, se posicionó en el centro de una maquinaria tan fina como inmoral: el célebre “cártel del despojo”, ese que convirtió la pérdida de viviendas en un negocio tan rentable como silencioso.
Mientras cientos de familias eran notificadas —según los papeles— y nunca notificadas —según la realidad—, las propiedades terminaban en empresas donde, qué casualidad, aparecía el propio Kuyoc. Fue un sistema tan bien aceitado que involucraba áreas completas del gobierno: Desarrollo Urbano, Catastro, Registro Público, Tesorería, notarías, Fiscalía… una sinfonía del despojo perfectamente orquestada.
Cuando en 2021 la investigación de Hugo Alday y la contralora Reyna Arceo reveló irregularidades en 750 expedientes, muchos creyeron que se acercaba el final. Pero no. Resulta que Kuyoc es como esas series malas que, sin entender cómo, siempre renuevan temporada.
Tras el desplome del PAN, dio un giro a Movimiento Ciudadano —con sueldo, fuero y tres años de vacaciones pagadas— y luego regresó cobijado por el Partido Verde. El premio mayor llegó en 2024: la dirección del Registro Civil, ese pequeño paraíso administrativo donde nacen los negocios… y las cuotas extras.
Como era de esperarse, llegó acompañado de su propio “equipo de confianza”, desplazó a quienes no se alinearon, e instauró las viejas prácticas:
- Cobros paralelos por actas de nacimiento y defunción.
- Cuotas especiales a funerarias.
- Centralización sospechosa de trámites.
- Un “gestor oficial”, Yordi Novelo, quien aparece como mago para desbloquear trámites que, curiosamente, se atoran solo cuando él no está.
- Y bodas… muchas bodas. Bodas a domicilio, bodas fuera de horario, bodas premium, bodas tipo “todo incluido”.
Kuyoc no solo conserva cargo; conserva estilo.
La pregunta que se repite, como disco rayado, no es quién protege a Eduardo Kuyoc. Esa ya está respondida: lo protege un sistema donde los nombres cambian, pero el negocio permanece.
La verdadera pregunta es:
¿Cuántas décadas más podrá Cancún seguir operando con los mismos actores, las mismas redes y los mismos intereses, mientras las víctimas siguen esperando justicia?
Porque en el Registro Civil, como en otras áreas, la historia se repite y se repite…
Y Kuyoc, como buen actor principal, siempre encuentra la manera de mantenerse en escena.

