
Redacción / Quintana Roo Ahora
Quintana Roo Ahora.- Porque claro, ¿quién no tramita un amparo por si acaso, aunque “no tenga nada que temer”? Así lo declaró muy serio el diputado priista Filiberto Martínez Méndez, negando categóricamente que exista alguna denuncia o una orden de aprehensión en su contra. ¡Pura calumnia!, según él. Todo es parte de un rumor, aseguró el legislador, mientras admitía, casualmente, que sí tramitó un amparo preventivo. Pero no se preocupen, fue solo una medida de precaución.
Su equipo legal, esos sabios de la ley, le recomendaron blindarse “por si las moscas” en el proceso electoral anterior, ante los chismes que, como todos sabemos, a veces toman vuelo. Pero, según Filiberto, no existe denuncia formal ni ha sido requerido por la justicia. ¡Por supuesto! Si no hay denuncia, ¿cómo habría órdenes de aprehensión?
“No tengo ninguna denuncia y no me han notificado de ninguna”, recalcó el exalcalde más querido (bueno, quizás no tanto) de Solidaridad. Y en cuanto a la supuesta orden de aprehensión por desvío de recursos durante su gestión como presidente municipal, eso también es “pura invención malintencionada”. ¿Por qué querría alguien detenerlo? Claro, la justicia de la Unión decidió que era mejor retirarle la suspensión definitiva de su amparo porque, bueno, no había de qué protegerlo, ¿verdad?
Pero aquí es donde se pone interesante. El caso de Filiberto Martínez, asesor estrella de la alcaldesa panista Roxana Lili, ha dado un giro trascendental, justo cuando la Fiscalía Anticorrupción está en sus talones por un desfalco que supera los 500 millones de pesos. ¡Nada más y nada menos! Según el expediente 360/2024, el Juzgado Octavo de Distrito negó la suspensión definitiva de su amparo, dejándolo sin el escudo que había conseguido desde abril. Parece que las “chicanadas jurídicas” tienen un límite.
Y mientras Filiberto se las ingenia para alcanzar un puesto legislativo y conseguir el tan codiciado fuero constitucional, la historia de sus “empresas fantasma” y contratos dudosos sigue creciendo. Desde la adquisición de materiales de seguridad pública (que misteriosamente nunca llegaron) hasta los contratos millonarios con empresas yucatecas, el legado de su gestión sigue dándole dolores de cabeza.
Quizá, entre tanto amparo y medida cautelar, lo único que Filiberto no pueda comprar es el olvido. O tal vez, una segunda oportunidad para ser recordado por algo más que sus “precauciones legales” y su irrisoria “Cumbre de Comunicación Política”. Porque, al parecer, el escudo del fuero constitucional está cada vez más lejos, y la justicia cada vez más cerca.