
Paso en Falso
Una vez más, la política en Quintana Roo nos recuerda que, aunque cambien los colores y los logos de los partidos, los rostros y las alianzas siguen siendo los mismos. La llegada de José Luis Chacón a la presidencia municipal de Cozumel, abanderado por Morena, viene acompañada, al parecer, del padrinazgo de uno de los personajes más polémicos de la política local: el exgobernador priista Félix González Canto. Lo que nos lleva a preguntarnos, ¿qué tan genuina es la transformación que prometió Morena en la entidad?
Cuando Morena llegó al poder, lo hizo con un discurso que ofrecía erradicar el viejo régimen, ese al que acusaban de corrupción, amiguismo y manipulación. Sin embargo, en Quintana Roo estamos viendo la versión más dantesca de la llamada Cuarta Transformación, que lejos de distanciarse del PRI, parece haberle abierto las puertas de par en par.
No es solo José Luis Chacón con el respaldo de González Canto, también está Paul Carrillo, otro ex priista de peso que fue presentado recientemente por el gobierno morenista en la entidad. Carrillo, ex presidente municipal de Cancún, llega con un historial político que debería haber sido suficiente para que la 4T mantuviera distancia. Pero, claro, en la política no se trata de principios, sino de conveniencias.
¿Qué está sucediendo en Quintana Roo? Estamos siendo testigos de una alianza silenciosa, pero evidente, entre Morena y el PRI, esos mismos que hasta hace poco se acusaban mutuamente de todos los males del país. Lo que se está gestando en la entidad es la antítesis de lo que se pregonaba como un cambio de rumbo.
La narrativa oficial se desploma cada vez que se suma un priista más al barco de la 4T, mostrando que lo que realmente está en juego no es el bienestar de los quintanarroenses, sino la perpetuación de una clase política que sigue controlando el poder, disfrazada ahora con el manto de la transformación.
El caso de José Luis Chacón es emblemático porque encarna la simulación: un rostro nuevo en Morena, pero con el mismo apoyo de aquellos que controlaron el estado por años bajo las siglas del PRI. La promesa de cambio se desvanece cuando vemos que los actores políticos siguen moviéndose en las mismas aguas turbias de siempre, haciendo alianzas con quienes supuestamente deberían desmarcarse.
Al final, el problema no es sólo la figura de Félix González Canto o Paul Carrillo, sino el mensaje que estas alianzas mandan a la ciudadanía. ¿Cómo puede Morena seguir diciendo que representa una ruptura con el pasado si sus filas están llenas de personajes que precisamente encarnan ese pasado que tanto dicen repudiar? En la práctica, lo que está ocurriendo en Quintana Roo es una contradicción monumental. En lugar de romper con los viejos vicios de la política, la 4T parece estar construyendo puentes con ellos, haciendo aún más difícil distinguir dónde termina el PRI y dónde comienza Morena.