septiembre 28, 2025

Paso En Falso

En México, hemos aprendido a reconocer a los camaleones políticos, esos personajes que mudan de color y principios como quien cambia de calcetines. En Quintana Roo, una de las figuras que mejor ilustra este fenómeno es Marybel Villegas Canché, quien parece haber tomado la frase “en política todo se vale” como un credo personal. En menos de una década ha navegado por casi todo el espectro partidista, militando en el PAN, el PRD, el PRI y finalmente en Morena, como si los principios fueran simples escalones para llegar a la cima.

No sorprende que ahora, sin haber hecho campaña, sin aparecer en la boleta y sin un solo voto a su favor, Marybel haya asumido la diputación federal en una jugada que difícilmente podríamos calificar de democrática. Asume el cargo en sustitución de Elda Xix Euán, quien pidió licencia para tomar la Secretaría de Educación de Quintana Roo, un movimiento que huele más a negociación tras bambalinas que a una decisión en beneficio de los ciudadanos.

Lo que irrita más es la facilidad con la que este tipo de políticos como Villegas envuelven la situación con una retórica de “trabajo por el país” y “compromiso con el estado”. En su mensaje, aseguró que “el camino del trabajo es el que siempre elijo”. Sin embargo, quienes han seguido su carrera saben que su lealtad va de la mano de la conveniencia política, sin importar el color del partido, los principios o la causa.

¿Cómo se puede confiar en una política que ha brincado de un partido a otro sin apenas pestañear? Hace menos de una década defendía los ideales del PRI; antes, los del PAN y el PRD, y ahora, curiosamente, es ferviente seguidora de Morena. Y aquí estamos, viendo cómo ella, sin participar en la campaña, sin esfuerzo aparente, asume la representación de miles de ciudadanos de un distrito del centro y sur de Quintana Roo, como si se tratara de un regalo.

Sus declaraciones en redes sociales sobre “trabajar por el estado” y la “construcción del segundo piso” junto a Claudia Sheinbaum parecen más una copia del libreto oficialista que una auténtica convicción de servir. La realidad es que Villegas llega a un cargo que no le pertenece, porque no fue la voluntad de los ciudadanos quien la eligió, sino las decisiones de cúpulas y acuerdos políticos.

Esta situación es un recordatorio brutal de que para algunos políticos, la ideología es solo una palabra vacía. Marybel Villegas Canché parece moverse con la fluidez de quien no tiene raíces, solo un interés insaciable por estar en el poder. ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que personajes así nos representen? En un México que exige cada vez más transparencia y compromiso, casos como el de Villegas deberían ser una llamada de atención para replantearnos a quién le entregamos nuestras instituciones.

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