
Redacción / Quintana Roo Ahora
México.- El presidente Donald Trump, tras jurar como el mandatario número 47 de los Estados Unidos, confirmó durante su discurso inaugural que el Golfo de México será renombrado como Golfo de América. Sin embargo, este cambio sólo tendrá aplicación en el territorio estadounidense, según aclaró la presidenta Claudia Sheinbaum un día después de la investidura.
Un cambio limitado al territorio estadounidense
“Dentro de poco, cambiaremos el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América”, declaró Trump durante su discurso inaugural en el Capitolio, frente a invitados y expresidentes. En respuesta, Sheinbaum explicó que este cambio de nombre no afecta la denominación internacional ni el uso del término “Golfo de México” fuera del territorio de Estados Unidos. “Para nosotros sigue siendo Golfo de México y para el mundo entero sigue siendo Golfo de México”, enfatizó.

Implicaciones internacionales y antecedentes históricos
La presidenta también recordó que el nombre “Golfo de México” está registrado ante organismos internacionales como la Organización Hidrográfica Internacional (IHO, por sus siglas en inglés). Esto garantiza que el nombre sea reconocido globalmente como un referente náutico desde el siglo XVI.
El historiador y asesor político José Alfonso Suárez también comentó en una conferencia previa que el nombre del Golfo de México tiene un peso histórico y legal. “El nombre del Golfo de México, además de ser histórico, está registrado ante organismos internacionales como un referente náutico desde el siglo XVI, mucho antes de que existieran los Estados Unidos”, afirmó.
Orígenes del nombre del Golfo de México
La región no tuvo un nombre oficial hasta 1540, cuando los españoles la denominaron Seno Mexicano, aludiendo a la cavidad que representa en el mapa. Más tarde también fue conocida como Golfo de la Nueva España y Golfo de México. Fue durante el siglo XVI que este último nombre se consolidó gracias a los exploradores europeos.
Controversias y reacciones
El anuncio de Trump ha generado un debate sobre la intención de cambiar un nombre histórico y simbólico para la región. A pesar de ello, expertos y autoridades han asegurado que el cambio será limitado al uso interno de Estados Unidos, sin repercusiones en la nomenclatura internacional. La decisión pone en evidencia las tensiones políticas y culturales en torno a un recurso compartido por varios países.