septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CDMX.- La llegada de Ronald Johnson como nuevo embajador de Estados Unidos en México ha encendido una luz de expectativa en el tablero de seguridad bilateral. Para la American Society, este nombramiento va más allá del protocolo diplomático: podría marcar un punto de inflexión para replicar, con matices, el modelo de seguridad aplicado en El Salvador bajo el gobierno de Nayib Bukele.

En conferencia de prensa, Larry Rubin, presidente de la American Society, no escatimó en palabras: “Durante 20 años no se ha podido ganar la lucha contra el crimen organizado en México. Hoy, estos grupos son tan sofisticados que sorprenden a todos. Lo que se necesita es un nuevo enfoque”. En sus declaraciones, Rubin dejó claro que Johnson no llega solo con su investidura, sino con experiencia concreta y resultados comprobables.

El Salvador como espejo

El antecedente salvadoreño resuena con fuerza. Rubin recordó que Johnson jugó un papel importante en los procesos de cooperación que ayudaron al presidente Bukele a endurecer su estrategia de seguridad. “Hoy toda la población salvadoreña aplaude esos resultados”, enfatizó.

La comparación no es menor. México concentra siete de las diez ciudades más peligrosas del mundo, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. En 2024, más de 26 mil personas fueron desplazadas por violencia criminal, el doble que el año anterior, de acuerdo con el Observatorio de Desplazamiento Interno.

A esto se suma la percepción ciudadana: casi el 70% de los mexicanos se siente inseguro en su entorno cotidiano, una cifra que ha crecido 11.3% desde el inicio del sexenio actual, según el Inegi.

Inversión y seguridad van de la mano

Rubin insistió en que el nuevo embajador puede ser clave no sólo para la seguridad, sino para atraer inversiones en un país donde el crimen organizado ha saboteado rutas logísticas, encarecido operaciones y espantado capitales. “La certeza que puede ofrecer Johnson será especialmente positiva para empresas nacionales y extranjeras que dependen de infraestructura segura para movilizar sus mercancías”, señaló.

Incluso en un escenario enrarecido por la guerra arancelaria impulsada por el expresidente Donald Trump, Rubin ve en la figura de Johnson un perfil que puede generar confianza entre inversionistas estadounidenses. “La experiencia del embajador es una credencial poderosa. No viene a observar, viene a trabajar en equipo”, apuntó.

El dinero como talón de Aquiles

Más allá de una estrategia frontal contra los cárteles, la American Society vislumbra un giro hacia la guerra financiera. La reciente designación de los cárteles mexicanos como grupos terroristas podría abrir la puerta a que el gobierno estadounidense, a través del Departamento del Tesoro, asfixie económicamente a estas organizaciones.

“La intervención será financiera. Eso les va a doler. Se trata de congelar cuentas, bloquear transferencias, cortar sus redes internacionales. No hay intención de intervención militar, pero sí un ataque a sus recursos”, explicó Rubin.

¿Un modelo replicable?

Si bien la situación mexicana es distinta a la de El Salvador, el mensaje es claro: Washington busca exportar el modelo Bukele a su vecino del sur, no con cárceles masivas ni medidas autoritarias, pero sí con una lógica de contundencia y cero tolerancia. El embajador Johnson podría ser la bisagra entre el hartazgo social y una política de seguridad con dientes.

En un país donde la violencia ha fracturado comunidades, desplazado miles y debilitado la gobernabilidad local, cualquier nuevo intento será observado con lupa. ¿Será esta vez diferente? Para la American Society, el tiempo de las buenas intenciones ya pasó; ahora se espera acción con resultados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *